Opinión

En mí menor

En  mí menor

Cuando voy a Santo Domingo suelo pasearme por la calle Juan Isidro Pérez. Me coloco- eso creo-, justamente donde terminaba el callejón “El Embudo” y lo recuerdo con su guitarra en ristre, diciéndome: “peje, esta canción usted la interpreta en mí menor”.
De hito en hito también pienso en un amigo ya fallecido; Luis-El Terror- Díaz, y recuerdo cuando en el frontispicio de la facultad de Humanidades de la UASD, al entonar algunas canciones me acompañaba a guitarra, en ese mismo tono.
Resulta curioso que del callejón, callejuela o pasadizo al cual se penetraba a mano derecha por la bocacalle de la arteria -si mal no recuerdo- José Reyes, de norte a sur en el sector de San Miguel; asocie al que llamaron más tarde “El Terror” Díaz con el que fue un virtuoso guitarrista, ya también desaparecido, Nelson Castillo.
Todos estos recuerdos me llegan a tropel, y curiosamente pienso que mucha gente desconocía que Luis Díaz, no sólo era un inquieto folklorista, cantor y autor de composiciones de denuncias, sino un hombre que también gustaba de la música romántica, que le rendía tributo a la mujer dominicana.
Cuando “descubrió” en mí ese talento ahora difuminado que, por prejuicios nunca exploté, siempre me solicitaba interpretar aquel val o pasillo que él llamaba “La reja”, cuando su verdadero título era “Pedacito de cielo”.
“Los años de mi infancia/ pasaron pasaron/ la reja está dormida/ de tanto silencio/ y en aquel pedacito de cielo/ se quedó/ mi alegría y mi amor/ los años han pasado/ terribles, malvados/ dejando una esperanza/ que no ha de llegar/ y recuerdo tu gesto travieso/ después/ de aquel beso/ robado al azar. Son algunas de sus estrofas.
Tanto Luis Díaz como Nelson Castillo, eran potenciales hombres de izquierda; muy a pesar de la discapacidad física motora de éste último. Contrario a lo que mucha gente alienada creía en aquel entonces, los que simpatizábamos o éramos de izquierda, fuimos sensibles, y también cantábamos al idilio entre un hombre y una mujer.
Hoy, con sentida nostalgia lo ratifico una vez más cuando, de repente, mi viejo amigo también otrora militante de la izquierda, Winston Vargas Valdez -Platón- al verme por la citada barriada, exclamó: “Fernando ¿ya tú no cantas? “Tú cantabas muy bien”. Quedé sorprendido porque no concebía que todavía él recordara aquellos añorados tiempos. Ya quisiera yo volver a cantar.

El Nacional

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