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En mis palabras: Robinson Canó sobre su fundación y su vida en Seattle

En mis palabras: Robinson Canó sobre su fundación y su vida en Seattle

SEATTLE, EE.UU, Mlb.com.- Me llamo Robinson Canó. Vivo en Seattle y me encanta esta ciudad.

Pero ése no era el caso cuando firmé con los Marineros en diciembre del 2013. Soy de la República Dominicana y pasé los primeros nueve años de mi carrera en Nueva York. Seattle lucía muy lejos de esos dos lugares.

Mi primer año, la situación fue un poco dura. Era nuevo en la ciudad, lo que significa que tienes que aprender cómo llegar al estadio, dónde comer, dónde comprar. Todo era nuevo para mí.

Pero los fanáticos me apoyaron desde el primer día. Mis compañeros y todo el mundo me hicieron las cosas más fáciles. Ellos sabían que yo venía de Nueva York y que había decidido venir aquí. Y por la forma en que me han tratado, sé que saben que me encanta hacer cosas para la comunidad. La gente aquí es muy agradable. Conmigo han sido de lo mejor.

Ahora me siento como en mi casa.

A mí me gusta mucho apoyar a la comunidad. He estado haciendo cosas para darle una mano a la gente en la República Dominicana y Nueva York desde hace mucho tiempo, así que tenía sentido hacer lo mismo aquí en Seattle. Mi Fundación RC22 realizó su primer evento para recaudar fondos en Seattle hace dos años y el apoyo que recibimos de la comunidad fue algo especial. Este año vamos a hacer otro evento en julio y no veo la hora de que comience.

Aunque jugar pelota es mi gran pasión, lo que mi fundación ha podido hacer por la gente a lo largo de los años me hace sentir muy orgulloso.

En República Dominicana, tenía un amigo que tuvo un accidente y se murió porque no teníamos ambulancia. Decidí crear la fundación y desde entonces hemos salvado muchas vidas. La gente me cuenta que las ambulancias han hecho un gran trabajo. Esas son cosas que a uno le gusta oír. Me produce mucho orgullo cuando alguien se me acerca y me dice, “Gracias”. Hemos ayudado a la gente de distintas formas. Cuando salvas una vida o apoyas a alguien y vienen y te dicen “Gracias”, cuando ves los resultados luego, pues eso es algo que me hace sentir orgulloso.

¿Saben qué otra cosa me hace sentir orgulloso? Los fanáticos de los Marineros. A mí siempre me encantó jugar en Nueva York, donde los seguidores de los Yankees esperaban que el equipo ganase todos los años. Seattle no ha tenido un club ganador en mucho tiempo, pero los aficionados aquí nos apoyan con mucha pasión. Como pelotero, eso es algo que agradezco.

Lo mejor de los fanáticos de Seattle es la forma en la que apoyan al equipo, a pesar de que no hemos ganado en mucho tiempo, o jugado en la postemporada. Como pelotero, uno quiere jugar siempre al máximo y darlo todo por ese tipo de fanáticos.

Cuando llegué aquí por primera vez, vi cómo los fanáticos apoyaban a los Seahawks. Hace dos años, vi lo que hicieron por los Sounders porque estaban ganando, y el año pasado cuando ganaron el campeonato siempre estuvieron detrás del equipo. Me encantaría ver qué tan loca se volvería la gente en el estadio si empezamos a ganar y nos metemos en la postemporada.

Significaría mucho para mí, porque estoy jugando aquí. Amo tanto este juego y ahora amo igual de fuerte esta ciudad. Mucha gente hizo ver que yo vine aquí por el dinero, pero yo amo el juego, tengo una pasión tremenda por el béisbol y me encanta ganar. Esa es una de las mejores cosas de este juego: ir a la postemporada y ser capaz de ganar un título.

Mis compañeros y nuestros fanáticos de Seattle me hacen sentir como en casa, pero hay una persona que hace que me guste estar aquí más que nadie: mi hija, Galia.

Cuando nació, en enero, causó un gran impacto en mi vida. No estuve junto a mi hijo Robinson todo el tiempo porque yo estaba jugando en Nueva York y él vivía en la República Dominicana. Tener a mi hija aquí, viendo cómo crece cada día, cómo trata de hablar o de caminar, es algo que me ha cambiado la vida.

La veo cada día y para mí ésa es mi motivación. Cuando me voy de 5-0 o de 4-0 y regreso a casa y la veo hace que me olvide de todo.

Cuando uno juega pelota, no sólo estás jugando por ti y por tus fanáticos. Estás jugando por un nombre que tienes que representar. Tienes una familia que está esperando que te vaya bien todos los días.

Y cuando no es así, sabes que seguirán apoyándote de cualquier manera. Igual es la gente de Seattle, capaz de hacer sentir en casa a cualquiera.

El Nacional

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