Opinión

En primera persona

En primera persona

No creo que valga la pena responder a quienes han utilizado los más denigrantes y vulgares epítetos contra el autor de esta nota, a propósito de mi propuesta para que se modifique la Constitución para ampliar de cuatro a seis años el actual período de gobierno, se establezca la Asamblea Constituyente y se prohíba definitivamente la reelección presidencial y vicepresidencial.

Sería perder mi tiempo con críticos que usan la palabra para denostar, sin conocer siquiera a la persona contra quien van dirigidos sus dardos venenosos. Se trata de gente que al parecer no sabe leer, pues lo que he planteado ha sido bastante claro.

Hay quienes me atribuyen tratar de volver a los tiempos del Presidente Horacio Vásquez, cuando algunos miembros de su polilla palaciega lo convencieron de que modificara la Constitución para que ejerciera el Poder por seis años, en lugar de cuatro, en base a una retorcida interpretación de la Constitución de 1908.

Esa azarosa idea dio lugar al llamado Movimiento Cívico del 23 de febrero de 1930, que dio paso al tirano Trujillo. No fue un Golpe de Estado tradicional, como han dicho algunos, puesto que se llenaron los formulismos de lugar: el licenciado Estrella Ureña, a la sazón ministro de Interior, fue designado Presidente Provisional tras la renuncia del general Vásquez y su vicepresidente Alfonseca, se hicieron unas elecciones amañadas basadas en el terror y, por supuesto, ganó el binomio Trujillo-Estrella Ureña, quien luego tuvo que marcharse al exilio disgustado por el rumbo que llevaba el país bajo la férula del General.

En ningún momento el suscrito ha planteado una alternativa como esa. Mi propuesta es que la modificación constitucional se haga en base a una Asamblea Nacional Constituyente, no a través de la Asamblea Revisora, conformada por legisladores que están en esos cargos por compromisos partidarios o económicos. Los miembros de esa Asamblea Constituyente, seleccionados entre los ciudadanos más honorables de las distintas provincias del país, serian los encargados de redactar la nueva Constitución, que debería ser ratificada por un Referendo convocado por la Junta Central Electoral.

La figura democrática de la Asamblea Constituyente no es extraña a nuestra historia política, es lo contrario: forma parte esencial del Derecho Constitucional dominicano.

Sólo basta reflexionar sobre que de las 38 Constituciones aprobadas por los dominicanos, 21 lo fueron a través de la Constituyente, a través de órganos especiales elegidos con el único fin de reformar la Constitución. No hay que olvidar que la Asamblea Constituyente figuró en el Programa Mínimo de Liberación Nacional, traído al país por los expedicionarios del 14 de Junio de 1959.

El Nacional

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