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En ruinas plazas y monumentos se caen a pedazos

En ruinas plazas y monumentos se caen a pedazos

PILAR MORENO

pilarmoreno26@hotmail.com

Como el Sermón de Adviento, han caído en “saco roto” las constantes denuncias sobre el deprimente deterioro físico de la plaza Fray Antón de Montesinos, ubicada en el malecón de la capital.

Esa majestuosa obra que, por su valor histórico y cultural debe ser escenario de constantes visitas de estudiantes y turistas, se consume entre el moho, las filtraciones, la basura, las aguas estancadas, el sucio y los malos olores.

Fue construida en 1982, por el gobierno de México, en honor a Montesinos, uno de los primeros habitantes del Monasterio e Iglesia de la Orden Dominicana, famoso por su Sermón de Adviento, pronunciado en diciembre de 1511, en defensa a los indios.

Transcurrido 32 años, esa edificación de tres niveles está convertida en un depósito de materiales de construcción y, en consecuencia, está llena de arena, cemento, adoquines, varillas, tubos para el alcantarillado, camiones y otros equipos pesados.

Las jardineras están vacías y dos grandes árboles obstaculizan la plena visibilidad de la estatua de Montesinos, de 150 pies.

En las noches, ese espacio sirve de “guarida” a atracadores, ladrones y prostitutas.

El deterioro de ese y otros parques, plazas y monumentos, constituye una afrenta para las autoridades municipales y gubernamentales encargados de su cuidado.

Específicamente, la Oficina de Patrimonio Cultural, el Ayuntamiento del Distrito Nacional y los ministerios de Turismo y Cultura.

Además, del deterioro físico, esas edificaciones carecen de tarjas que las identifiquen, de luces y plantas ornamentales que las llenen de vistosidad y atractivos.

Patrimonio nacional

En el Centro de los Héroes languidece el Teatro Agua y Luz, “como un monumento al descuido gubernamental”.

Esa edificación, declarada patrimonio nacional en 1988, ahora está habitada por varias familias que hacen sus necesidades fisiológicas al aire libre y cocen sus alimentos con leña.

Sus paredes se pierden entre las ratas, los matorrales, los troncos y las hojas secas.

Su explanada se convirtió en una parada de minibuses, donde abundan los fritureros y los ventuteros.

Es además, un espacio usado por prostitutas para ofertar sus servicios en horas de la noche.

Esa histórica obra fue inaugurada en 1955, durante el régimen de Rafael Leonidas Trujillo, en el marco de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, que se extendió del 20 de diciembre de 1955 al 31 de diciembre de 1956, para celebrar el 25 aniversario del ascenso al poder del dictador.

El Agua y Luz fue considerado una “joya arquitectónica” con sus 355 chorros de agua que bailaban al ritmo de valses, sus 4,000 bombillas de diversos colores, su planta oval y su gran espacio a cielo abierto.

Fue escenario de las revistas artísticas más famosas del mundo.

En 2004 el Gobierno anunció que derrumbaría el Agua y Luz para hacer un gigantesco parqueo, pero tuvo que desistir de la idea, debido a las reacciones contrarias que despertó en diversos sectores de la población.

En febrero de 2007, el Gobierno, a través de la Corporación de la Industria Hotelera y Desarrollo del Turismo, encargó la remodelación de la obra a la empresa norteamericana Dawn Properties, con una inversión de 12 millones de dólares, pero los trabajos fueron paralizados ese mismo año.

La cara del país

En condiciones igualmente deprimentes se encuentra la Plazoleta La Trinitaria, contruida en la cabecera Oeste de los puentes Juan Pablo Duarte y Juan Bosch, en 1996.

Esta plaza tiene doble significación para los capitaleños.

Primero, porque fue construida en honor al héroes de la independencia nacional, que con ese objetivo fundó la organización secreta La Trinitaria, en 1938.

Segundo, porque es la cara que presenta la capital a los visitantes que llegan por los aeropuertos del Este del país.

Sin una tarja que la identifique, sin una bandera que recuerde las razones patrióticas que le dieron origen y sin pinturas en sus paredes.

Las plantas y las palrmeras que adornan ese monumento están totalmente descuidadas, mientras hay una ausencia total de áreas verdes.

Los capitaleños recuerdan con añoranza la fuente de agua de ese monumento, que constituyó su principal atractivo.

Recientemente, la Plazoleta La Trinitaria fue intervenida por la Dirección General de Embellecimiento (DIGECAC), con el objetivo de devolverle el explendor perdido y desalojar de allí a los mendigos y drogadictos que se adueñan del lugar tan pronto cae la noche.

César López, director de la DIGECAC, un organismo adscrito a la Presidencia de la República, dijo que recibió instrucciones del presidente Danilo Medina de desarrabalizar el lugar y devolverle su explendor.

“A este organismo no le corresponde esa tarea, pero queremos ayudar a resolver el problema”, manifestó López.

 

Nadie resuelve

Ninguna de las instituciones responsables de rescatar las plazas y monumentos hacen frente al problema.

 

 

El Ayuntamiento del Distrito Nacional destinó este año más de 200 millones de pesos para la construcción, reconstrucción y remozamiento de plazas, parques y cementerios.

Otros RD$3.9 millones fueron presupuestados para el ornato y saneamiento de plazas calles y parques. Empero, esos presupuestos no han servido para resolver el problema.

El Ministerio de Cultura, a través del Viceministerio de Patrimonio Cultural, tiene la responsabilidad de conservar y defender los monumentos históricos, urbanos y rurales, así como parajes pintoresco, parques y jardines, declarados o no Monumentos Nacionales.

El Nacional

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