¿Qué Pasa?

Entre cielo y tierra

Entre cielo y tierra

Boda sorpresa en San Valentín

Todo comenzó a la 1:30 de la tarde en la sala de la casa con un trío de guitarras que cantando románticas canciones de amor le daba la bienvenida a los invitados. La convocatoria era a una fiesta blanca de amor por el Día de San Valentín y todos, o casi todos, se creyeron el cuento.

Los invitados estaban de blanco excepto la periodista Cándida Ortega que por ser día del amor, no quiso complacer a la anfitriona y se puso toda roja. Ahora todos la llaman “la mujer de rojo” y es que el color de su blusa se resaltaba entre los 100 invitados que fueron enteros del color de la pureza.

Los anfitriones armaron todo bien para despistar a sus familiares y amigos. A la entrada un marchante ofrecía sus cocos y esto le daba un toque muy tropical a esta fiesta en la que había gente de Francia, Bélgica, Inglaterra, Haití, España, Corea, Italia y República Dominicana por supuesto.

La mezcla de nacionalidades era de esperarse y es que Philippe, el anfitrión, es funcionario de la Delegación de la Unión Europea en República Dominicana y la anfitriona ha cultivado amistades de muchos países.

Lo tropical se resaltó con un racimo de guineos colgando y mandarinas, guanábanas, mamones y otras frutas por doquier colocadas en bateas y otros detalles que preparó el artista Lenin Paulino.

La marcha nupcial y los novios

A las 2:30 de la tarde se invitó a pasar al área de la piscina y los anfitriones dijeron palabras de bienvenida que fue preciso traducir al francés para poder ser entendidas por los que vinieron desde París y Bordeaux. Allí se bailó, se cantó y entre abrazos y besos se expresó amor con la excusa de San Valentín. Era como un sueño ver lo romántica que lucía el escenario lleno de parejas de blanco que bailaban boleros, merengues y otros ritmos.

A las 5:00 de la tarde todos estaban muy distraídos degustando una mariscada y un bar de ensaladas en la que los toques franceses no podían faltar. Justo en ese momento sonó una fanfarria anunciando una sorpresa seguida por la marcha nupcial. Para los mozos fue un corre corre colocar el biscocho Pièce Montée y la mesita escondida para la firma con la juez. Para los invitados una gran sorpresa ver caminar por la alfombra roja al novio acompañado de su tía y luego el cortejo y la novia de brazos de su hermano mayor. Más lágrimas no podían haber. La hija de la novia que era de las pocas que previamente sabía del casamiento, lloraba y reía a la vez. Hasta la jueza y el camarógrafo lloraron y no era para menos. Cuando se llora de alegría se contagia a todos los que están a tu alrededor. La alegría era mucha y los motivos muy fuertes. De tantos abrazos el peinado de la novia se fue a pique  y también se fueron a pique tantos años de soledad de quien escribe, que por cierto fue la novia y hoy es Mary Leisy Hernández de Thevenoux. Que San Valentín sea eterno entre todos los que se aman Entre el cielo y la tierra. marilei@hotmail.com.

El Nacional

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