¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

Marilei@hotmail.com

Champaña en el parque

Bruselas, Bélgica.- Era el medio día de un martes laborable y el parque estaba lleno de gente que conjugaba varios verbos en medio de la naturaleza. Era en pleno centro de un país de Europa en el que a diferencia de mi patria, solo en verano se puede disfrutar plenamente del aire libre.

Soñar, leer, comer, pasear y jugar eran solo algunos de los verbos que conjugaba gente de diferentes edades en aquel pequeño parque en el que me animé a fotografíar diversas escenas que me parecieron interesantes. Un chico dormía como un lirón sin importarle que le llevaran las pertenencias que dejó a su lado, una chica parecía practicar yoga en medio de toda aquella animación y otros compartían y conversaban sentados sobre coloridos lienzos.

Yo salía de unas clases y me senté a comerme una ensalada que había comprado en el reataurant más cercano. Frente a mi que sorpresa. Un pequeño grupo lleno de glamur degustaba en la grama de champaña, charcutería, quesos franceses y otras delicias.

Como buena dominicana me acerqué y pedí que me permitieran hacer una foto solo de la improvisada y elegante “mesa” y con gusto accedieron. De camino me contaron que festejaban el cumpleaños de uno de los comensales y me dieron detalles del queso traído de una importante región de Francia especialmente para la ocasión. Bonita manera de festejar aprovechando la naturaleza y los espacios al aire libre.

Escenas como estas las vi en París y otras ciudades de estaciones marcadas en las que la gente disfruta los parques en los pocos dias de sol como si se tratara del paraíso. Lo mismo no siento en mi patria, donde en otoño o invierno tambien se puede disfrutar y sin embargo no siempre se aprovecha en la magnitud de las posibilidades con las que contamos.

Yo ahora que estoy lejos reconozco más que nunca la dicha que tienen los que viven en mi tierra de eterno sol y también me animo a festejar sentada en la grama. Solo que no siempre lo logro cuando programe los 50 de mi marido en los jardines de un bonito castillo y el frío día de verano me obligó a mover la fiesta para otro lado.

 

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