¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernández

Iglesia de rico, iglesia de pobre
Oro Preto, Brasil. Iglesias simples para los esclavos, iglesias bonitas para los blancos e iglesias de oro para los nobles portugueses. Visitarlas todas da una idea de las grandes diferencias sociales de los tiempos de la colonización. Cuantas cosas en nombre de Dios y la religión. Cuantas excusas, cuantos engaños e injusticias. Entrar a cada una de esas iglesias es trasladarse a aquellos tiempos y vivir la realidad de los negros esclavos y, porque no, también sentir los grandes privilegios de los portugueses que emigraron a Brasil en busca de diamantes, de oro y otras riquezas.

Igual, es imaginarse la realidad de mi país y todos los países de América colonizados y explotados en nombre de Dios. Todos teniendo como estandarte la santa cruz, la evangelización.

Estuvimos caminando por las empedradas y empinadas calles de Oro Preto, Mariana, Tiradentes, Diamantina y otras ciudades coloniales del estado brasileño de Minas Gerais. Las huellas de toda aquella historia se percibe en cada piedra que se pisa. Solo cerrar los ojos y abrir la imaginación.

Yo, en aquel viaje, me imaginé aquellos negros cargando pesados carruajes para llevar a las nobles hasta la iglesia. Les era imposible entrar donde entraban sus amas. No tenían derecho a rezar junto a los blancos, pero sí tenían la obligación de seguir unas creencias impuestas, venerar unos santos que no conocían y olvidarse de sus orígenes para obedecer a conveniencia del dominio.

En nuestro recorrido percibimos que la competencia entre las congregaciones cristianas llenaron de iglesias todos aquellos pequeños pueblos. Construían una al lado de la otra tan solo para mostrar poder. Cuanto derroche en nombre de Dios. Cuanto oro y piedras preciosas de contrabando escondidas en el interior de santos.

De aquella época de florecimientos quedan los paisajes, las historias, las edificaciones y todo aquel Brasil que ya no es negro, no es indio, no es blanco. Ahora es una mezcla de razas, de culturas.

Un país muy especial en el que aún se sienten muy fuerte las huellas de aquellos tiempos de grandes diferencias sociales entre los más claros y los más oscuros, entre los más ricos y los más pobres. La alegría de la samba y del carnaval hace que se note menos, pero si, aún queda mucho del injusto periodo de la colonia.

El Nacional

La Voz de Todos