¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

Por caminos sin asfaltos

Brasilia, Brasil. Escenas que de niña viví muchas veces en mi patria y que ya tenía archivadas y medio olvidadas volvieron esta semana a mi memoria en lo más profundo del enorme Brasil. Encontrar carros atorados en medio del camino y tener que ayudar a empujar para que salgan de la arena fue solo una de ellas.

Fue un viaje a la reserva natural Jalapao, especie de desierto protegido del estado de Tocantins. Igual, fue un viaje al pasado en mi pueblo dominicano, una remembranza de cuando las calles de mi pueblo eran aún de tierra y en las tardes nos mandaban a los niños a mojar el frente de las casas con manguera, para apaciguar el polvo que entraba y se posaba en mesas, muebles y todos los espacios.

Allí todo es virgen: Los ríos con aguas cristalinas, las cascadas de agua rodeadas de verdor en su estado más bruto, los caminos con falta de señalización, en fin. Por falta de señalización nos perdimos varias veces. La primera vez fue buscando la Piedra Furada, una enorme roca que con el tiempo se ha llenado de agujeros con hermosas formas.

La intención era ir a la piedra a ver el amanecer, pero solo logramos llegar cuando ya el sol brillaba. Por suerte no nos extraviamos al visitar las Dunas de Jalapao y desde allí alcanzamos a ver un lindo atardecer sentados sobre la arena.

Aunque son realidades distintas a la de mi patria de ayer, muchas cosas en este lugar me trasladaban a mi niñez. Tocantins es el estado de más reciente creación en Brasil, un estado lleno de bellezas naturales aún por descubrir. En Materos, poblado donde están los principales atractivos de Jalapao, visitamos una comunidad de descendientes de esclavos que huyeron de Bahía.

Allí compramos la artesanía de la que viven, hechas de Capim dourado, una especie de arbusto que por su color amarillo brillante se asemeja al oro.

Difícil decir que me gustó más, si disfrutar de las diversas bellezas naturales del lugar o las sensaciones que me provocaron aquellos recuerdos al ver el paisaje y compartir con gente que aún te llena las manos con sus frutos y te entra a su cocina para que te sirvas la comida de sus calderos. Los restaurantes son casas y esto permite conocer mejor las realidades de la gente de esta zona y ver que diverso y colorido es este extenso país.

El Nacional

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