¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernández

Los violines y guitarras tenían invadida la calle el Conde de la Zona Colonial, aquel domingo de mi regreso a Dominicana. Un músico cubano lucía muy concentrado, enseñándole la lección a una chica haitiana de violín verde.

Esa y muchas otras escenas me dejaron encantada y comencé a acercarme a los jóvenes y viejos que cada domingo van a aprender música en la zona donde comenzò a escribirse la historia del nuevo mundo. Me interesé en tener detalles sobre como funciona esa maravillosa escuela al aire libre, pero no quise interrumpir y solo atiné a pedir al cielo que proyectos como estos se mantengan y fortalezcan en mi patria dominicana y que cuenten con el apoyo de gobierno y población.

Muchas cosas nuevas y buenas en la zona desde mi partida a otras tierras hace pocos años: Nuevos museos, hoteles, restaurantes y las opciones de paseos en bicicletas y pequeños trenes. Igual, el dinamismo parece aumentar.

Cuando partí, me fui con la sensación de que la zona colonial siempre fue un recurso poco aprovechado por la gente y poco capitalizada por el gobierno a pesar de su gran valor histórico y belleza. Ahora comienzo a ver cambios que parecen indicar una mejor voluntad. Me satisfizo ver las estatuas vivientes, artistas callejeros que ahora ya no se le limitan a los típicos perico ripiao.

En cada viaje de regreso a mi patria disfruto de la zona colonial. Es un paseo satisfactoriamente obligatorio para mi. Esta vez el gozo fue mayor al ver tanto de lo que siempre soñé. Que siga la música y que siga la voluntad de aprovechar al máximo ese espacio tan importante en la historia de América y del mundo.

El Nacional

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