Bruselas, Bélgica.- En las majestuosas iglesias europeas muy pocos hacen la señal de la cruz al entrar, muy pocos se detienen a hacer una oración, La contemplación no es para el señor ni para los santos, es para los vitrales, los retablos, los tesoros, las pinturas y sobre todo, para los estilos, los materiales y la historia que guarda la construcción.
La majestuosidad artística y arquitectónica parece invitar más al turismo que a la oración. En la mayoría se ofrecen oficios religiosos periódicamente y van lugareños y turistas a orar, sin embargo, muchas veces e inclusive en medio de las misas, se ve más gente con cámara en mano caminando alrededor, escudriñando sobre las particularidades de la iglesia, comprando souvenis y entrando y saliendo, que reales asistentes a oír la palabra de Dios en actitud de oración.
En Notre Dame de París y en la Catedral San Marcos en Venecia las
filas de visitantes siempre son muy largas. Igual en muchas capillas, monasterios y otros espacios llenos de historia y tesoros que son marcados en las guías turísticas como importantes atractivos a visitar tanto en pequeñas como en grandes ciudades europeas.
Por lo general las entradas a las iglesia son gratis, sin embargo, debe pagarse adicional para subir a las torres, visitar la cripta o ver los retablos y los tesoros que muestran las grandes riquezas que históricamente ha tenido la iglesia como institución. Cada atractivo a visitar tiene un costo distinto y
en conjunto representa una gran fuente de entrada de recursos.
El verano pasado pagamos 8 euros con 50 para subir a las torres de Notre Dame de Paris, lo equivalente a casi 500 pesos dominicanos por persona.
Nos tomó casi dos horas hacer la fila para acceder a este campanario donde muchos quieren subir y no precisamente a hacer turismo religioso, tal vez atraídos por los recuerdos del Jorobado de Víctor Hugo o sencillamente para disfrutar de una buena vista panorámica de la ciudad del amor y las luces. Cest la vie.
