Bruselas, Bélgica.- Disfruté de la Feria Internacional del Libro sin estar en Dominicana. Me gocé el teatro de calle, los conciertos, las películas, las exposiciones y todo lo que aprovecharon mis compatriotas dominicanos.
Estando en Europa, a 8 mil kilómetros de distancia, me sentí en la Plaza de la Cultura Juan pablo Duarte asistiendo a los coloquios, las conferencias y todas las actividades que se organizaron en la versión 16 de la feria. Me alegré del nacimiento de nuevos libros de buenos amigo y de que este año se dedicara el evento a hechos e importantes personajes históricos de nuestra vida republicana.
Gracias al internet y a otros medios de comunicación disfruté gran parte de las canciones que se cantaran en el bohemio concierto aquel. Amigos cibernéticos se encargaron de ello reportando simultáneamente cada ocasión, sobre todo cuando le tocó el turno a Silvio Rodríguez. Para mí fue un gran banquete. Como si estuviera allí. Los reportes incluyeron trozos de las canciones, pequeños videos y otras delicias. Histórico.
Espero me toque pronto coincidir en mi país en días de feria, mientras tanto, disfruto saber que como siempre fue un lleno. Sé que no son todos los que van ni van todos los que son, que muchos no miran ni los libros ni las actividades culturales, pero creo que de todos modos está bien que vayan todos a la feria. Algo le quedará de tanto embarre de arte y cultura. Algún mensaje le llegará. Por algo se comienza.
En estos días me imaginaba caminando por la plaza y encontrándome a cada paso con un amigo perdido de esos que te invitan a detener el recorrido o tal vez distraída con una de las tantas curiosidades que siempre descubría en este evento que tanto amo y extraño.
Hoy cuando miro entre mis libros encuentro muchos recuerdos de este evento de mi país. Recuerdo que al finalizar siempre me quedaba aumentado el entusiasmo por leer y unos cuantos libros que a veces casi me alcanzaban para saciar mi sed hasta que se acercara de nuevo Abril.
