¿Qué Pasa?

Entre el Cielo y Tierra

Entre el Cielo y Tierra

Bruselas, Bélgica.- Ayer disfruté de buena música en vivo mientras  caminaba  por el mercado de pulgas de Bruselas. Varios grupos de jazz  tocaban simultáneamente en la calle y en diferentes cafés que bordean la plaza Jeu de Balle. La escena me hizo pensar en el mercado dominical el kilómetro 12 de la Carretera Sánchez de la capital de mi amada patria Dominicana. La diferencia es del cielo a la tierra.

En Bruselas como en muchas otras importantes ciudades de Europa, las pulgas son verdaderos atractivos turísticos donde la gente disfruta de todo  el ambiente que se aprecia en los alrededor y no solo de objetos de arte,  ropa de segunda mano, mobiliario antiguo, discos, libros y otros curiosos   objetos.  Guías turísticas de Madrid, París, Londres, Amsterdam y otras

importantes capitales incluyen como atractivos sus históricos mercadillos  por ser parte importante de la cultura de esas ciudades.

El caso es muy distinto en nuestra República Dominicana con nuestro  ya tradicional mercado de pulgas, un espacio necesario en el que las

autoridades no han puesto reglas para evitar el cúmulo de basura, tampoco  delimitación de espacio ni creación de orden ni claras reglas. Que los Dominicanos tengamos un mercado de pulgas es un derecho que no nos pueden negar. Tampoco que se vendan artículos usados. Ese es un buen recurso que mucho se usa en países ricos y pobres, toda una tradición que ahora con las campañas de protección del medio ambiente va  en aumento en países desarrollados. Es una gran alternativa para reciclar  y para que los que buscan artículos de segunda mano puedan comprar a

precios más bajos que en las tiendas.  Me da risa cuando escucho hablar de prohibir la venta de ropa usada en un país con tanta pobreza como dominicana.

Ayer, mientras escarbaba entre los abrigos, las carteras, los utensilios de  cocina y muchos otros objetos usados,  compartí espacio con gente de diferentes países que hacía lo mismo que yo.  Allí he encontrado detalles que en una tienda tradicional difícilmente aparezcan. Que vivan las pulgas en Dominicana y en el mundo entero, pero con organización.

 

El Nacional

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