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Entre la pluma y la armada

Entre la  pluma y la armada

El vicealmirante retirado de la Armada de la República Dominicana (ARD), Homero Luis Lajara Solá se desempeñó por todo lo alto, siguiendo la ruta de la estrella polar de su progenitor, el también vicealmirante Luis Homero Lajara Burgos, trillando sus principios y rectilíneo proceder público, tanto en las armas como en la lid política, y ahora corteja la pluma como honró el sable, desdeñando la incursión política, aunque debiera.

Desde un breve tiempo, Homero Luis Lajara Solá nos deleita con sus entregas mensuales a Listín Diario de temas conectados medularmente con Clío, con precisas pinceladas vinculadas a temas históricos, conceptualización sobre el único Padre de la patria, Juan Pablo Duarte Díez, el dominicano más inmaculado y sacrificado por concretizar el propósito de forjar un país, proyecto en el que todos, menos Juan Isidro Pérez, El ilustre loco, lo abandonaron. Todos, comenzando por la veleta de Tomás Bobadilla y Briones, y Los Trinitarios.

El hombre es él y sus circunstancias, predicaba don José Ortega y Gassett, pero también el hombre es otros factores, todo lo que cuando niño vio en el hogar, que en un 90% será como procederá en sociedad cuando ingrese a la adultez, y además, completa el espectro formacional, el genoma, eso que llaman “la colorá”, la sangre.

Homero Luis Lajara Solá es la consecuencia de todo esa argamasa que para esculpir no sólo la fisonomía humana, sino lo interior, lo intangible, que forjó al socaire de los dechados de su padre y su madre, la primerísima actriz dominicana Monina Solá, pendulando entre el truño de papá, del que apenas desertaba, y la fácil sonrisa de mamá, contagiosa, pletórica de afectos, pero fundamentalmente, con ejemplos ciudadanos, que fue la fragua donde templó su carácter, formación y vocación de servicio público.

Se percibe en la prosa del incipiente escritor que es Luis Homero Lajara Solá, demostraciones palpables de escudriñar la historia, abrirse paso en la nueva experiencia y reto, igual que por una treintena de años escudriñó el firmamento, identificando las estrellas para orientar sus compromisos profesionales en el arma del mar, y conducir el navío al destino programado.

En 2010, Homerito, como es llamado por sus más cercanos, publicó su primer libro en unión con el mayor general retirado del Ejército de la República Dominicana, Ramiro Matos González, que intituló “Misión naval a España”, 1954, un volumen de 477 páginas, que conservó dedicado, y que ponderé en una entrega a El Nacional, como ésta ahora, de su segundo libro, donde recoge 53 artículos de orientación principalmente vinculados a la historia, disciplina que no esconde su pasión, y mostrándose como un versado analista, conocedor de la política internacional, con notable acierto.

En su primera obra, describe todo lo concerniente a la travesía de una escuadra naval que dispuso el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo en 1954, recuerdo todo el magno episodio como si fuese hoy, en homenaje y réplica al trayecto del intrépido nauta genovés Cristóbal Colón, primer almirante de Indias, que completó estrechar las relaciones personales del generalísimo Trujillo con su homónimo español generalísimo Francisco Franco, una ricura de relato del mayor despliegue naval internacional de paz de nuestra entonces Marina de Guerra, hoy Armada de RD, y su presencia desfilando militarmente en las avenidas madrileñas, hizo eco no sólo en España, sino en el mundo, un episodio inteligente de El Jefe con el que se hizo sentir en el planeta.

El costo de esa “hazaña”, es materia para otro artículo, reseñando el rol estelar del mayor general honorario EN Anselmo Paulino Álvarez en ese periplo, que le costó, a la postre, la desgracia final con El Jefe.
En esta ocasión de su segunda obra, Homerito inserta 53 artículos publicados previos en Listín Diario, hizo bien, porque las publicaciones en los diarios se pierden en la memoria, diferente a los libros, que quedan perennes.

En este libro, que en el decir de Manuel Arturo Peña Batlle, el más luminoso internacionalista dominicano, son los que consiguen pararse solos, Lajara Solá maneja con destreza y elegancia la pluma, como manejó el sable, el timón, la brújula, el sextante, y las paradas militares, con perfiles de Duarte, las batallas de Sabana Larga, Las Carreras, Cambronal y Santomé; general Gregorio Luperón; vicealmirantes Ramón Julio Didiez Burgos, escritor, hombre de inmenso saber, organizador y estratega de la moderna arma del mar dominicana, tío y padrino de Homerito, y de César de Windt Lavandier, faculto, sereno, sobreviviente del mercante San Rafael, hundido en el Caribe por el submarino de bolsillo U-125 del III Reich, que diezmaron la legendaria Flota de los Mares de Albión, que formó Enrique VIII, Estrellas Polares, Osas Mayores, tiburones de acero de nuestra ARD.

En este libro, de consulta por los juicios de valores que emite de batallas dominicanas, personajes y litigios internacionales, Homero Luis Lajara Solá adquiere el acabado y recio perfil de un novel pero versado escritor e historiador, avis rara en los militares, de avaro verbo, compartiendo roles estelares en el ejercicio de las letras, con el mayor general piloto retirado de la FARD, Rafael Altuna Tezanos, únicos dos militares que nos deleitan, hoy, con enjundiosos artículos de periódicos, zarpando hacia otro mundo emocionante, diferente al de la rueda de cabilla, el ancla y el arganeo, trocado por el pensamiento, la cultura, y el clic de la Era Digital, aventados por buen terral, hacia el puerto nuevo de las letras.

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