¿Qué Pasa?

¿Eres un padre sobreprotector?

¿Eres un padre sobreprotector?

Los padres sobreprotectores, según lo define la psicóloga Arisleydi Sánchez, tienen como característica primordial el exceso de cuidados y atención hacia los hijos. Estos padres llegan a tener casi un control desbordado sobre la vida de sus nacidos.

“En este estilo de paternidad se ve peligro donde no hay, le evitan los problemas, las caídas, sufrimientos, pérdidas, sentimientos de frustración, el llanto y la tristeza”, explica la profesional del Centro Vida y Familia.

Dice que estos padres además le dan a los hijos todo lo que piden y les resuelven los conflictos lo que va privando al vástago de adquirir el aprendizaje necesario, ya que no se les permite resolver por ellos mismos las contrariedades pertinentes para su edad, y de donde aprenden tácticas y destrezas para enfrentar el futuro.

“Esto va desarrollando una relación de dependencia, tanto para los hijos como para los padres. A la larga, esto conlleva a grandes complicaciones en la vida adulta de estos niños”. Regularmente estos  padres tienen altos niveles de ansiedad ante situaciones de seguridad, abandono o pérdida. Constantemente piensan que “algo malo” podría pasar si ellos no están presentes.

Evolución normal

Se entiende que al inicio de la infancia los pequeños necesitan de muchos cuidados y atenciones, pero luego viene el crecimiento y los padres deben poseer la plasticidad necesaria para ir evolucionando en la misma medida que sus hijos.

Sánchez afirma que cuando la sobreprotección  es parte de la vida del niño, este no ha sido expuesto al fracaso, no sabe reaccionar ante una negativa, no tolera la frustración, no reconoce ni puede lidiar con los sentimientos de tristeza y preocupación. Tampoco identifica que hay que esforzarse para lograr las metas, que se necesitan librar algunas batallas, que los NO sirven para buscar otras opciones, que es necesario perder y que de ahí también se puede aprender. “La vida está llena de fracasos, retos, tropezones, dolor, errores, etc. Y los pequeños NO de la infancia, son los que ayudan a aceptar los de la adultez; las caídas de cuando chiquitos son las que les permiten levantarse cuando grande; el llanto, la tristeza y las pérdidas de niño te hacen superar los malos momentos de la madurez”, concluye.

El Nacional

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