Opinión

Escándalos avisados

Escándalos avisados

Orlando Gomez

En mi artículo “El embajador, la soberanía y la corrupción” de noviembre del 2011 escrito a razón de las reacciones a las declaraciones del entonces embajador de Reino Unido sobre una empresa de su país que debió abandonar una inversión a raíz de una solicitud de soborno, advertí de la posibilidad de que ocurriera justo lo que la clase política dominicana vive hoy. Las leyes de los países desarrollados contra el pago de sobornos en países como el nuestro inevitablemente van a alcanzarnos.

En aquel entonces explicaba como justo ese mismo año, el 2011, había sido uno de los más activos en cuanto a condenas bajo la ley sobre Foreign Corrupct Practices Act de los Estados Unidos que si bien existe desde 1977, no es sino hasta mediados de la década pasada que los americanos empezaron a aplicarla con mayor rigurosidad.

También advertí de como la promulgación de leyes similares en otros países desarrollados en cumplimiento con acuerdos en la OCDE iba a exponernos aún más a escándalos.

Desde el 2010 la Securities Exchange Comission de los Estados Unidos tiene una unidad especializada para el cumplimiento de la ley FCPA y desde el 2012 tanto esa entidad como el Departamento de Justicia mantienen equipos conjuntos para los mismos fines.

Es por ello que no me sorprendió que tanto el caso de Embraer, que mantiene ADRs en el mercado de valores americano, como el caso de Odebretch, cuya subsidiaria de petroquímicos Braskem también mantiene ADRs en dicho mercado, salieran a la luz por investigaciones en EEUU en violación a la ley FCPA en el 2016.
Y no solo es Estados Unidos, la Convención de la OCDE para Combatir el Soborno de Oficiales Públicos Extranjeros en Transacciones de Negocios Internacionales, que entró en vigencia en 1999 y que fue revisada en el 2009, está ratificada por 41 países, entre los que se incluyen nuestros principales socios comerciales y los que acogen a la mayoría de las empresas que vienen a realizar operaciones con el sector público dominicano. Gracias a esa convención la justicia americana no será la única en capacidad de investigar y destapar sobornos ocurridos en República Dominicana.

Ya desde el 2011 para mi era cuestión de tiempo que, de las cosas no cambiar, el país se iba a ver avergonzado en los foros internacionales con escándalos de corrupción. Como advertí en aquel entonces, vuelvo y reitero ahora, los casos de Embraer y Odebrecht probablemente no serán los últimos, y si las cosas no cambian en materia de corrupción y transparencia en República Dominicana, el nombre de nuestro país volverá a resonar en el exterior por sobornos a nuestros oficiales públicos.

Si no vamos a reformarnos por vergüenza, al menos hagámoslo por dignidad. Debemos estar en capacidad de la lavar nuestros propios platos sucios en casa, y no que nos los lancen en la cara desde afuera.

El Nacional

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