Opinión

Escritos apresurados

Escritos apresurados

Diversos gustos sobre música sinfónica
Una repetida expresión popular señala que para los gustos se hicieron los colores, algo que sobre todo se manifiesta en las bellas artes.

Me vino a la mente la frase la noche del primer concierto del Festival Musical de Santo Domingo, con la actuación del afamado pianista de Uzbekistan Behzod Abduraimov, interpretando el popular ‘Concierto número 2 de Rachmaninof.

Debido a que he escuchado decenas de veces la hermosa obra, la llevo grabada en la memoria con tanta precisión y claridad que capto errores leves y breves en interpretaciones de grandes pianistas.

Esto me ha sucedido tanto en versiones grabadas como en vivo, por lo que consideré como perfecta la actuación del veinteañero Abduraimov con la Orquesta Sinfónica Nacional, conducida por el maestro José Antonio Molina.

Pero mi dilecta amiga Carmen Heredia de Guerrero, sapiente crítica de arte, afirma con la convicción impresa en su rostro, que no hay nada más subjetivo que las apreciaciones en esa materia.

Es algo que he comprobado cuando asisto a los eventos sinfónicos, donde las diversas opiniones que escucho en ellos a veces me conducen a las fronteras del vértigo, y el magistral dominio del Rachmaninof del talento de Uzbekistan no configuró la excepción.

Como ejemplo, no llenó las expectativas de la destacada musicóloga Edith de De Windt, cuya obra sobre estética musical ha sido de gran valor para los melómanos que hemos gozado del privilegio de su lectura.

Y tanto mis amigos Carmen de Guerrero como Jaime Fernández consideraron que en algunos pasajes la orquesta ahogó al piano con su sonido, algo con lo que estoy total, completa y absolutamente en desacuerdo.

Fundamento mi apreciación en los conocimientos adquiridos durante mis frecuentes asistencias a los ensayos finales de los conciertos presentados en la sala principal del Teatro Nacional.
En ellos he escuchado los señalamientos de eminentes maestros como los dominicanos Carlos Piantini y Julio De Windt, y varios extranjeros.

Y he podido escuchar sus opiniones sobre el equilibrio que debe primar entre solista y orquesta en cuanto al volumen de sus sonidos respectivos a lo largo de la obra que interpretan.

Eso me ha llevado a comprobar que puede ocurrir que el sonido leve que solistas le imprimen al instrumento en algunos momentos, se debe a la extrema carga de lirismo que consideran deben contener.

Lo que cautivó mis oídos en la interpretación de Abduraimov fue que, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros pianista de renombre internacional, la absoluta memorización de su interpretación no restó carga de poética belleza a su memorable actuación.

El Nacional

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