Opinión

Escritos apresurados

Escritos apresurados

Indescriptible placer musical
El próximo día nueve se iniciará la temporada de conciertos 2017 de la Orquesta Sinfónica Nacional, con el auspicio del Ministerio de Cultura y la Fundación Sinfonía.

El importante acontecimiento musical se efectuará en la sala principal Carlos Piantini, del Teatro Nacional, y constará de seis presentaciones.

En la función de gala de apertura actuarán los ganadores del Décimo Octavo Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O’Shea.

Como asistente a la casi totalidad de los conciertos sinfónicos que se efectúan en diversas salas de espectáculos del país, espero disfrutar del anunciado evento.

Los que hemos vivido muchos años sabemos que situaciones triviales, con el discurrir del tiempo evolucionan para convertirse en impactante paradoja.

En mis años de adolescencia y juventud en el barrio capitaleño San Miguel solamente Julín Postigo, Pedro Vergés y yo, mostrábamos incipiente afición por la llamada música de los grandes maestros.
De más está decir que era la época en que la mayoría del pueblo dominicano llamaba música de muertos a las expresiones del género sinfónico.

Se debía a que en la Semana Santa Católica, y el día de los fieles difuntos sólo se escuchaba música clásica, y algunas de carácter litúrgico.

Y como los residentes de la barriada no escapaban a esa burlona costumbre, nosotros recibíamos las frases mordaces de nuestros vecinos cuando nos reuníamos a escuchar las obras de Beethoven, Mozart o Chopin.
La paradoja consiste es que ninguno de los que se burlaban de nosotros, ni los que con él compartíamos el deleite del bello arte podíamos adivinar que el amigo Piri Vergés llegaría, en su condición de ministro de Cultura, a ser uno de los propulsores de las temporadas de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Por eso, cuando inicié amistad con los directores sinfónicos Carlos Piantini y Julio De Windt, fui gratamente sorprendido por el hecho de que ambos consideraban que era injustificable cualquier prejuicio sobre una clase de música.

Y que tan negativo resultaba que un aficionado al género musical popular abominara de la denominada música culta, como que los cultores de esta consideraran a aquella como un arte inferior.

-Solamente hay buena o mala música, en cada una de sus variables-decían los reputados y laureados maestros de la más universal de las bellas artes.

Por esa circunstancia he sido de los melómanos uno de los que más ha disfrutado de esa casi celestial combinación de géneros que fue el Concierto para Saxofón y Orquesta del insigne compositor criollo Bienvenido Bustamante.

La indescriptible emoción que viví la noche de su estreno en el Teatro Nacional, donde se unieron los talentos del maestro De Windt y el saxofonista Choco de León en su magnífica interpretación es difícil describirla con palabras.

Me limitaré a decir que es la ocasión en que un inconmensurable placer estético me llevó al borde del colapso cardiaco.

El Nacional

La Voz de Todos