Opinión

Escritos apresurados

Escritos apresurados

Admirativa relación fraternal
Puedo afirmar con plena memoria que desde los años de la década del cincuenta me une una relación de admiración con la familia Uribe Moreau.

Esta idea afloró a mi mente cuando me enteré de la muerte repentina de Juani Uribe, la talentosa comunicadora y política a quien conocí en el año 1970 a través de mi esposa Yvelisse.
La partida a destiempo de mi admirada amiga me causó profundo dolor, porque conocía su gran valor físico y cívico, de los cuales ofreció pruebas contundentes en su permanente lucha por la democracia dominicana.

Juani tuvo una valiosa trinchera en su condición de secretaria y asistente durante más de tres décadas del mesiánico líder político José Francisco Peña Gómez.

Pero no ha sido ella mi única vinculación admirativa con su honorable familia, la cual se inició hace más de seis décadas con ese dominador de la lengua española que fue su padre, el doctor Max Uribe.
Como desde los días de la infancia he sido lector habitual de periódicos recuerdo los escritos del consagrado politólogo en el desaparecido diario La Nación.

Ese medio de comunicación estaba ubicado cerca de mi casa en la calle Restauración del barrio San Miguel, por cuyo frente cruzaba en hora crepuscular mi admirado emborronador de cuartillas.

Si estaba cerca le saludaba, y el reaccionaba con vigoroso ademán acompañado de sonrisa cordial.
En una ocasión, venciendo mi respetuosa timidez infantil, le dije: yo lo leo siempre, a lo que respondió: gracias, muchachito, muchas gracias.

Recuerdo que una noche en que fuimos Yvelisse y yo a una pizzería acompañados por Juani, le relaté esta el episodio, me dijo que su progenitor seguramente se sintió complacido de contar infantes entre sus lectores.

El paso del tiempo fue haciendo cada vez menos frecuentes los encuentros con nuestra amiga, los que ocurrían cuando mi esposa visitaba a su jefe, el combativo propulsor internacional del socialismo democrático.

Es harto conocida mi larga relación amistosa y laboral, en mi condición de escritor, con la más consagrada distribuidora del libro dominicano, que es Virtudes Uribe.

La infatigable propietaria de la Librería América, poseedora de un patriótico entusiasmo cultural, ha resistido estoicamente las bajas ventas que genera la disminución de la cantidad de usuarios del libro impreso, en esta era digital.

La altruista dama se niega a cerrar la librería, lo que ha llevado a manifestaciones de apoyo del gobierno, especialmente del ministro de cultura, el laureado escritor Pedro Vergés.

Si existe vida ultra terrenal, por sus cualidades humanas, y el ambiente familiar donde se educó, el alma de Juani está seguramente inmersa en la gloria celestial.

El Nacional

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