Opinión

Escuchemos a la evidencia

Escuchemos a la evidencia

La alarmante vocación a especular y de presentar conjeturas como ciertas que tienen los medios, políticos, las redes sociales y hasta las fuerzas del orden público de la República Dominicana sobre ciertas situaciones que ocurren en nuestro país, demuestran en gran medida nuestras deficiencias en educación y la capacidad de análisis crítico de nosotros los dominicanos. El intento de fuga de la cárcel de Najayo, el incidente en el Metro de Santo Domingo y el supuesto sabotaje a las líneas de transmisión de electricidad, todos ocurridos en un corto lapso, son hechos que deben llamarnos a preocupación, pero nunca a precipitarnos a conclusiones sin respaldo que resultan totalmente inútiles para la búsqueda de lo que realmente importa, la verdad. El país vive en una constante novela fantástica que nunca termina de aterrizar donde los hechos y la evidencia quedan de lado y no se nos permite llegar a conclusiones fácticas que nos permitan trabajar en soluciones. Algo debe cambiar.

El mismo día de lo ocurrido en Najayo se produjo un incidente entre, aparentemente, reclusos en la cárcel de la Victoria con un saldo adicional de un muerto. En ese día las especulaciones sobre asaltos simultáneos en nuestras prisiones y conspiraciones para hacer daño a la reputación del Procurador General abundaron en las redes sociales y lamentablemente en algunos medios. No ha facilitado las cosas el hecho de que la policía y la Procuraduría han estado realizando declaraciones que no son concluyentes sobre un caso que claramente se mantiene en investigación, lo que solo ha servido como fuego para la especulación.

El incidente del Metro es mucho más engorroso porque una persona inocente fue presentada como culpable antes de que siquiera las autoridades se hubieran pronunciado de manera oficial sobre el asunto. Más aún los hechos y circunstancias en la que se produjeron los hechos han sido cambiados y tergiversados por los medios, que hoy en día es difícil distinguir lo que está siendo efectivamente considerado por las autoridades como “los hechos”, y toda la otra verborrea especulativa sin soporte. Me cuesta aceptar llamar esto un “atentado” como lo ha tildado la prensa, ya que ni siquiera las circunstancias han podido ser aclaradas.

Finalmente las autoridades han afirmado que el robo de metales de soporte en ciertas torres de transmisión de electricidad en San Cristóbal constituye un intento de sabotaje al sistema eléctrico nacional. Si bien dicha afirmación pudiera ser cierta, esta deja más preguntas que respuestas. La falta de sospechosos, motivos o detalle de la circunstancias en las que ocurrieron los hechos hacen la declaración oficial totalmente inútil y gratuitamente alarmante. Lamentablemente no es la primera vez que se realiza ese tipo de denuncias con el sistema eléctrico, y me temo que esta, como todas las otras en el pasado, va a quedar sin respuestas concretas.

Crear consternación y alarma, sin causas concretas y comprobables que pudieran ameritarlo, nunca debe ser el trabajo de los medios y mucho menos de las autoridades. El impacto de estos desbordes novelísticos dominicanos tienen demasiadas repercusiones, ninguna de las cuales suelen ser positivas. Es tiempo de que todos empecemos a hablar un poco menos para que la evidencia se escuche más.

El Nacional

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