Opinión

Eso es un trote

Eso es  un trote

Mandar a la escuela a sus hijos es motivo de orgullo para cualquier padre, excepto cuando llega el momento de la compra de los útiles escolares y el uniforme. Es la telera navideña, el precio, el rompe-cabezas, la angustia, el desastre, el déficit económico.

No debiera ser así pero lo es. La escuela pública tiene resuelto el problema por cuanto el Estado destina cuantiosos recursos para subsidiar el estudio o estadía de cualquier niño, joven y adolescente. De cada cuatro estudiantes, uno recibe enseñanza en el sector privado, según publicaciones recientes. El 25% estaría en la educación privada.

La esencia para ese 20 ó 25 por ciento de los estudiantes del sector privado radica en los cambios anuales de textos escolares ya criticados por unos contenidos simplones, acusados de baja calidad que, en consecuencia, reduce los niveles de competencia relativos de los niños, jóvenes y adolescentes.

Mejorar la calidad de la enseñanza implica bajar el costo de libros y materiales en las escuelas
En estos días oigo, sólo escucho preocupaciones en los círculos en que me muevo (estratos bajos, muy bajos, medios y medios altos) por el costo de los útiles escolares y expresiones de que estudiar en una universidad es más barato en relación con la educación básica de cualquier niño, joven o adolescente.

Uno de mis nietos (de cuatro años en el momento) estaba en una escuela privada y nos presentaron una lista de libros y material gastable cual si el niño estuviese alfabetizado.

Nunca vi en qué usaron los libros pero igualmente el material gastable, como los pinceles, entre otros. Ni devolvieron nada al cierre del año.
El niño vive ahora fuera de nuestro país, en una nación de mayor desarrollo, y les piden a sus padres mucho menos de lo utilizado aquí y ya está alfabetizado, y a menor costo económico. Aparte de que recibe dos idiomas extras a su castellano natal.

Creo que posibles soluciones atraviesan por una mayor modernización del sistema y de los instrumentos utilizados en la educación básica respecto de las universidades. Toda posible solución tiene necesariamente que ser pensada desde una reducción de los costos sin sacrificar la calidad de la enseñanza. Aquí pensamos en todo menos en bajar los costos. Si no me creen, obsérvenlo en cualquier actividad pública o privada.

El Nacional

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