Opinión

Espacio juvenil

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Luis Pérez Fondeur

Brewster y el Cardenal

 

El embajador de Estados Unidos, James (Wally) Brewster, desde su llegada al país se ha convertido figura de progreso y libertad. Antes, el embajador estadounidense era visto como un simple representante de los intereses de una gran potencia y de sus aliados locales. Hoy, este, independientemente de su tradicional rol de defensa de los intereses de su país –que en su momento ha coincidido con los anhelos populares- como se evidencia en su postura a favor del respeto a la voluntad expresada en las urnas y últimamente a los derechos humanos.

Brewster se ha convertido, contra la resistencia de una élite, en la voz de los excluidos, que son los discriminados por cualquier situación social o personal. Ahí están los portadores del VIH, los miembros de los grupos de LGBT, envejecientes, dominicanos de origen haitiano y los inmigrantes. Sin embargo, figuras como el cardenal Nicolás de Jesús López Rodriguez, en lugar de reparar en sus prédicas sociales, se han limitado al plano personal, bajo el alegato de que su postura es injerencista.

Expresiones como la de que el embajador que “se meta en su embajada y como esposa que es de un señor que se ocupe de la casa” en nada enriquecen el debate, incluso hasta sobre la misma intromisión en que pudiera incurrir Brewster con sus duras críticas contra la corrupción y la pasividad que atribuye a la sociedad para enfrentar el flagelo.

Con esas declaraciones, López Rodríguez consiguió ofender a máss de la mitad de la población, además de ir contra la tolerancia y la igualdad que postula la propia Iglesia que representa. Amén de lastimar a varios grupos, como los homosexuales, llamándolos mujeres y a las mujeres esgrimiendo su sexo como epíteto y reduciéndolas a la condición de domésticas. La dignidad humana y los derechos de cada persona están por encima de género y preferencias sexuales.
A finales del 2013, el papa Francisco dijo sobre la homosexualidad:

“Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla”. El catecismo de la Iglesia Católica dice que no se debe marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad”.

El Cardenal se ha excedido en su respuesta a un embajador que no hace más que predicar el evangelio y los postulados de la Iglesia. Si merecía alguna respuesta en modo alguno ha debido ser en el plano personal, pues como ser humano tiene pleno derecho a sus preferencias sexuales, en torno a las cuales hasta el Vaticano ha flexibilizado su posición.

El Nacional

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