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Luis Pérez Fondeur

El genio de Dumas

Conocido como una de las figuras de la literatura clásica más importantes por sus obras como el Conde de Montecristo y Los Tres Mosqueteros no siempre tuvo la vida de lujo y de promiscuidad que lo marcaron.

Sus padres, general de Armas Thomas Alexandre Dumas y Marie Louise, esta haiana y ambos de ascendencia afroamericana, que para la época de 1800 no era bien vista y nacidos en la pobreza, resultaron la mejor de las combinaciones. Tras la muerte de su padre a causa de cáncer la familia Dumas se hundió más en el infortunio, pero esto no hizo que fuera un alto al pequeño Alexandre ya que siempre tuvo la curiosidad de aprender, leía todo lo que encontraba y hasta se enseñó español.

Su primer trabajo fue en el Palacio Real bajo la dirección de Louis Phillipe, Duque de Orleans. Tras un tiempo, Dumas encontró pasión en la redacción y se dedicó a escribir ensayos para periódicos y obras de teatro. Destacó con “Henry III y sus Cortes” que fue un éxito y luego con “Christine”, la cual fue aclamada con el mismo ánimo.

Su genio creativo y don para las letras fueron el motor de su superación, aunque no fue hasta la redacción del Conde de Monte Cristo y Los Tres Mosqueteros que alcanzaría el éxito internacional y su nombre se conocería en toda Europa.

A Dumas se le conoció por su bondad con sus amigos. Siempre fue un buen conversador y aún más cuando el tema era él mismo. Su carisma lo conocieron más de 40 mujeres, ya que siempre fue débil con el sexo opuesto y el dinero que ganaba por sus artes los gastaba en ellas. Hombre de gran intelecto y gustos caros.

Su vida en Francia tomó un giro problemático cuando Napoleón III fue electo presidente. Su desagrado por Dumas no era nuevo. Así que llevó al autor a abandonar Francia. En este autoexilio Dumas no perdió su carisma en sus viajes por Bélgica, Rusia e Italia, entre otros países. Seguía escribiendo ensayos y sus guías de viaje fueron reconocidos. Regresó a París en 1864.

A pesar de su estatus y reconocimiento aun fue víctima de ataques racistas en razón de sus raíces afroamericanas. Su respuesta: “Mi padre fue un mulato, mi abuelo un negro, y mi tatarabuelo un mono. Usted ve, señor, mi familia termina donde la de usted comienza”.
Todo un caballero incluso para responder ante los insultos.

Cuando tienes 10 años eres llamado un prodigio, cuando tienes 15 eres llamado un genio y a los 20 eres una persona normal.
La respuesta en esto Dumas la dio en su vida, hay que practicar y pulir las habilidades que se tienen de joven y la genialidad de las ideas para llegar a los 20 y no ser uno más.

El Nacional

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