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 Estados Unidos fracasó en su intento de una Junta Militar

 Estados Unidos fracasó en su intento de una Junta Militar

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Mientras Estados Unidos negociaba con las partes beligerantes de la revuelta de abril de 1965 la instalación de una Junta Militar, la Fuerza Aérea Dominicana renovó el lunes 25 sus ataques contra posiciones de los rebeldes, principalmente, contra los miles de civiles concentrados en el puente Duarte.

A su vez, el general Elías Wessin y Wessin, comandante del CEFA, preparaba sus tropas para moverse de San Isidro hacia la ciudad de Santo Domingo.

No obstante estas embestidas, Wessin  y el general Juan de los Santos, jefe de la FAD, solicitaron a la Embajada de Estados Unidos el envío de tropas estadounidenses para ayudar a sofocar la revuelta, pero su petición fue denegada.

Según documento de la CIA, funcionarios de la Embajada advirtieron al Departamento de Estado que existía “una seria amenaza de un golpe comunista en este país, y muy poco tiempo en el que se mantiene para actuar”. Sin embargo, estuvieron de acuerdo con Washington en que la situación no requería la intervención militar estadounidense, especialmente a la luz de las consecuencias adversas que tendría esta medida en las relaciones con América Latina.

Para impedir el avance  de los constitucionalistas, la Embajada propone en su lugar la continuación de los esfuerzos diplomáticos para alentar a los líderes militares de ambas partes a participar en una Junta Militar y que se comprometieran a celebrar elecciones libres.

Como la Embajada suponía que los rebeldes serían los más reacios ,de las partes contendientes, a aceptar esta solución, solicitó autorización al Departamento de Estado para hacerle la propuesta a José Molina Ureña, presidente provisional y a oficiales rebeldes en términos fuertes, con el respaldo, si era necesario, de la fuerza militar.

Al final resultó, de acuerdo a la CIA, que los ataques aéreos contra los rebeldes provocaron que algunos oficiales constitucionalistas se acercaran a la Embajada.

En un momento en que muchos extranjeros se disponían a salir de República Dominicana, el embajador William Tapley Bennett regresó al país.  Desde el aeropuerto fue llevado al portaaviones estadounidense Boxer, anclado frente a las costas de Santo Domingo,  para una breve conferencia con el comodoro James A. Dare. Luego fue a la Embajada  informándole a su equipo de la inminencia de una solución militar a la crisis, por lo que se desprendía que llegó con la orden de Washington para intentar aplastar la revuelta.

El batallón de Mella, en San Cristóbal, que en principió respaldó el movimiento rebelde, aunque poco dispuesto a aceptar el regreso de Bosch, había cambiado su apoyo  a las tropas de Wessin y bajo el mando del general Augusto Salvador Montás Guerrero, fue avanzando en Santo Domingo desde San Cristóbal hasta establecerse en el Centro de los Héroes.

Mientras tanto, el bombardeo naval y ametrallamiento de posiciones rebeldes en la Capital había sido seguido por el ataque de larga espera por los tanques de Wessin, vehículos blindados y la infantería de San Isidro.

Fue un fuego pesado en el puente Duarte, en donde cayeron cientos de civiles y otros resultaron heridos,  y la resistencia rebelde parecía estar al borde del colapso.

Ante la presión militar la Embajada estadounidense convoca a varios oficiales rebeldes y  Bennett  les dice directamente que eran responsables de la “masacre sin sentido que se está llevando a cabo” y que la extrema izquierda puede aprovechar al máximo la situación.

Reiteró que Washington prefiere un alto el fuego y la formación de una Junta Militar. Indicó que él estaba hablando con ambas partes “en la misma línea” para alcanzar esa meta.

Bennett concluyó citando la ventaja de  las tropas de San Isidro e instando a los rebeldes “a capitular y hacer un anuncio, para que la obra de reconstrucción pudiera comenzar”. Por lo menos uno de los oficiales parecía receptivo a este llamamiento, de acuerdo a un cable de la CIA. A ello siguió otra visita de líderes militares rebeldes a media tarde, después de que Molina Ureña aceptó venir a la Embajada a hablar con Bennett.

Tras su regreso a la Embajada y antes de su reunión con Molina Ureña,  Bennett informó al Departamento de Estado de su conversación con los oficiales rebeldes y la creencia de la Embajada de que los comunistas estaban tomando las decisiones en el lado rebelde. Más tarde, también notificó a Washington que había pedido al portaaviones Boxer y al otro barco pasar a la vista desde tierra con el fin de demostrar  a la población que los barcos no estaban involucrados en actividades hostiles, y así acallar los rumores de que la  Marina des EEUU estaba apoyando a San Isidro.

Maniobras de barcos EEUU frente a la Capital

En el cumplimiento de las instrucciones del embajador William Tapley Bennett, con el fin de demostrar la presencia de Estados Unidos,  el comodoro  James A. Dare tuvo que maniobrar sus barcos a través de varias corbetas dominicanos y buques mercantes anclados   en las costas de Santo Domingo.

Estados Unidos quería demostrar a la población dominicana que sus barcos no estaban involucrados en actividades hostiles y así acallar los rumores que de la Marina estadounidense estaba apoyando a las tropas de San Isidro. Era una situación precaria. “Esta demostración de fuerza”,  escribió Dare posteriormente. Dijo que “se llevó a cabo en circunstancias muy difíciles por la situación que imperaba en Santo Domingol”.

 Al caer la tarde del martes 27, parecía como si las medidas militares de Estados Unidos, además de la evacuación y la demostración de fuerza, no serían necesarias.

El Nacional

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