Opinión

Estatua de Montesinos

Estatua de Montesinos

Entre los muchos monumentos y obras coloniales, la estatua de fray Antón de Montesinos, donada en 1982 por México a República Dominicana, es uno de los más emblemáticos. Basta con recordar el memorable sermón que pronunció en la iglesia de los dominicos el cuarto domingo de Adviento de 1511, que se convertiría en una de las primeras y más contundentes denuncias sobre los execrables crímenes y abusos cometidos por los colonizadores contra los indígenas.

Esa plaza que honra a una figura histórica tan ilustre es un antro de promiscuidad, donde menesterosos realizan sus necesidades fisiológicas, como si Montesinos mereciera el desprecio en lugar de la justa exaltación. Gracias a su valor de subir al púlpito a leer el sermón que todos los miembros de la comunidad eclesiástica habían firmado con su puño y letra terminó el régimen de terror que en pocos años redujo a su mínima expresión la población indígena.

Por Montesinos, uno de los primeros dominicos en llegar a la isla, se conoció en la corona el macabro juego de los colonizadores de apostar a quien cortara la cabeza de un tajo, con un machete afilado, a un nativo; que entraban a las casas y violaban a las mujeres y las convertían en esclavas sexuales.

Para el sermón a Montesinos se le seleccionó porque era un afamado predicador y un hombre de letras. Cuenta la historia que el día de la misa ocupaban los primeros puestos las principales autoridades coloniales, encabezadas por el gobernador Diego Colón. En lugar de amilanarse, el religioso proclamó:

“Voz del que clama en el desierto. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis contra estas inocentes gentes. Decid ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ‘Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesos de trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis por sacar y adquirir oro cada día?.

Las autoridades presionaron a Montesinos para que se retractara, pero a la semana siguiente volvió al púlpito y se pronunció en los mismos términos. Gracias al sermón se terminaron con los crímenes y abusos contra los primeros pobladores de la isla.

Y de ahí que sea tan auspiciosa la decisión del alcalde del Distrito Nacional de rescatar, con la colaboración de los ministerios de Turismo y Cultura, y empresarios, una de las plazas más simbólicas sobre la historia colonial.

El Nacional

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