Opinión

Estilo aparte

Estilo aparte

Los gobernantes griegos, que alcanzaron el poder con un discurso radical, se han caracterizado por su estilo informal en el vestir. Por lo menos no usan una prenda que plantea tanta sobriedad como la corbata. Puede ser parte de una tendencia que tiene en el uruguayo Pepe Mujica, quien no se puso corbata ni siquiera cuando fue recibido en la Casa Blanca por Barack Obama, a uno de sus más aclamados propulsores.

La sobriedad en el ejercicio del poder luce cada vez más relajada. Con frecuencia se nota a gobernantes de cierta edad que rompen con el regio protocolo del vestir sin llamar tanto la atención. Caso aparte el del boliviano Evo Morales, quien participa en todas las ceremonias con su poncho. Y más contestarios que los radicales gobernantes griegos son los dirigentes del partido español Podemos, cuyo principal líder, Pablo Iglesias, no solo viste informal, sino que también lleva una larga colita.

Los gobernantes helenos podrán lucir no solo bien, sino hasta confiable. Pero enfrentar una crisis como la de Grecia no es cuestión de estilo ni de discurso. El primer ministro Alexis Psipras no ha tardado en darse cuenta al tener que matizar, muy a su pesar, las propuestas que calaron en un electorado acorralado por una crisis que va de mal en peor. Con medidas como el restablecimiento del acceso al sistema de salud pública para tres millones de personas, el incremento del salario mínimo y la reducción de 18 a 10 de los ministerios no hubo el menor problema. Bastó con que tocara una tecla, la suspensión de la privatización de un puerto y de la compañía pública de electricidad, para que el mercado simplemente le trancara el juego.

En una nación tan endeudada (175% del PIB) y con una alta dependencia del mercado exterior, la lógica, la independencia y la soberanía están subordinadas a la decisión de sus prestatarios. Los europeos llaman troika a los gendarmes que dan la cara con amenazas y acciones, que son el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea. Pero detrás de esas entidades están las grandes economías occidentales, encabezadas por Alemania, convertida en el enemigo malo por la receta de reducir los déficits a través de políticas de austeridad.

En cuestión de horas los mercados se hundieron y la gente que había votado a Syriza se asustó y corrió a los bancos a retirar sus ahorros. Los jóvenes gobernantes pueden ser irreverentes con las tradiciones sobre el ejercicio del poder, pero sin excederse de los límites que trazan quienes contribuyeron con la crisis económica. Esa ha sido la lección. Los muchachos, si quieren desarrollar su proyecto, tendrán que negociar. No tienen más alternativa, aunque se les permita participar en los encuentros sin corbatas y alguno hasta con su colita de caballo.

El Nacional

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