Esperar Como lo hace un hombre célibe
sin importar los años en espera de su dulcinea.
Aunque siempre lo quisiste, nunca pude hacerlo cuestión de formación y respeto-, pero hoy te tuteo, porque entre ceja y ceja tengo metida la penúltima conversación que tuve contigo y de la bronca que me armaste para hacerme cambiar de opinión. La pura verdad es que eras un mago: me dijiste que aún yo desconocía los c .s que tenías y de lo que eras capaz, que si habías aguantado tantas vainas y luchado toda tu vida por una causa, yo tenía y debía hacer lo mismo, aunque me tuviese que convertir en un ovejo, esto es, en aguantador del golpe y sólo pujar.
Por mi actuación te habrás dado cuenta que he cumplido y además habrás notado que no incurrí en el error de preguntarle a cierto personaje si en verdad se burlaba de mí, y aunque como ocurren muchas cosas sin aparentes explicaciones, que en ocasiones sólo son espejismos o milagros que no ameritan condiciones especiales para que se produzcan, de todas maneras me sentí burlado.
Por la ventana veía la lluvia caer a cántaros y sin embargo él me aseguraba que no llovía. Fue entonces cuando lo mire, sólo podía hacer eso, mirar y callar como en tantas otras cosas que me sabía estafado. Sólo la paciencia me contenía, la esperanza de algún día hacerle ver que nunca me engañó y que había aprendido de ti a esperar, como lo hace un hombre célibe sin importar los años en espera de su dulcinea. Y aún espero.
Pero el buitrear pronto cesó al contemplar a todos los correveidiles, chismosos, aglutinados como colúbridos, protegiéndose unos a otros dentro de sus cubiles, ya que de tanto verlos actuar me acostumbré a su vergonzoso accionar y a saber esperar sin alterarme; eso sí, con la daga desenvainada.
Y esto es así porque de tantos es sabido y tanto se ha dicho sobre que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos, queriendo expresar con esto que no hay debate a través de los siglos donde no existan las mismas polémicas, donde sólo cambian nombres, fechas, caras, mas no los eternos antagonistas, e inclusive los mismos pueblos registran una continuidad secreta de luchas entre aquello y lo otro, entre lo perverso y lo ético, entre corrupción y honestidad, entre engaños y los eternos fariseos.
Esta que narro es la razón por la cual te digo que ya este ser y no ser, este parecer oveja siendo lobo se ha convertido para mí en un sentimiento amargo alojado en lo más profundo de mí ser. Pero mientras tanto espero. Tal y como me dijiste estoy a la espera de la caída y muerte de la ignorancia, del fin de ese maligno culto a la personalidad y el error de confundir la falta de valor con la prudencia, porque juntas o separadas constituye este mar de contradicciones una dictadura, la peor a la cual puede ser sometido un hombre: la explotación de la ignorancia.
Lo anterior me lleva a parodiar lo dicho por Jorge Luís Borges quien escribió que las dictaduras cualesquiera que sean- fomentan la opresión, el servilismo; la crueldad ( ) más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez y de esto nos sobra experiencia-. Botones que balbucean imperativos, efigies de líderes, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez .
Juntas o separadas constituyen
una dictadura, la peor de todas
Aún así muchos no quieren comprender que de igual manera como todos los ríos se dirigen al mar, y que del mismo modo, momentos más o momentos menos, todos nos dirigimos al mismo lugar; unos más limpios que otros pero todos llegamos a un idéntico mar, que en nuestro caso es la muerte. Entonces, muy a pesar de haberte dicho que no iba a j más, me cuestiono, ¿por qué no tratan de llegar lo más limpio posible a su último destino?. ¡P´al caray!, mi hermano, siga descansando en su infinita eternidad y no se preocupe que no ponga su nombre, porque tanto los hombres serios como los charlatanes y sirvengúenzas saben de más quien tu eres que tan desamparados nos dejaste no hace tanto. ¡Si Señor!.