Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

El amor nunca muere, cambia de casa

Amores…recuerdos del que se fue y alegría por el que llega

Caramba caramba, si uno en este bendito intervalo que sucede a la mañana pudiese tener lo que quiere, sin que un usurpador pretenda huir con nuestros amores, ¡ay!, qué bonito sería. Pero ese es el pasado; hoy, sin compasión alguna, la morena al parecer permanece  en el aire, la rubia desaparecida y la trigueña sabrá Dios dónde. Total, penas, alegrías y nostalgias conjugadas en esta bella y añorada tarde sabatina, cumpliéndose aquello de lo que no se va en lágrimas se va en suspiros.

 Pero no hay penas que duren cien años ni corazón que lo resista y menos aún sí son penas de amores idos que, al igual que el amigo ausente, ante la llegada de otro, ese lugar permanece ocupado, como si hablásemos de la ley física de que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar en el espacio.

 Por igual decimos que en amores no hay ausencias permanentes, porque los recuerdos y las heridas se convierten en fieles e inescrutables misterios de eterna  presencia, aún a sabiendas de que alguien en este atardecer le debe estar hablando al oído mientras yo  converso con  las olas del mar.

  Cuando me refiero a las olas del mar quiero decir lo que viene y va, como los amores, como la propia vida. Algunas dejando huellas y otras que se desvanecen apenas llegan. Como otros amores que vienen y van, unos vacíos y otros que dan tristeza  recordar,  y no me refiero al tuyo, que en verdad no se si aterrizó o se perdió en las penumbras de las malquerencias.

 Tampoco creo que lo nuestro fue un malgastar el tiempo o el amor, más bien lo que sucede es que todo llega a su final, no necesariamente que el amor muera, simplemente se muda, cambia de casa. Y no fuiste culpable ni yo tampoco. Tu amor se fue extinguiendo como rosa en un florero sin agua,  quizás sin darte cuenta pero fue languideciendo y alejándose poco a poco y tal vez fue la razón por la cual no me dolió tu partida, pues me acostumbré a no tenerte aunque estuvieras presente.

 Lo nuestro fue como “Crónica de una muerte anunciada” -claro, planificada por ti- y en estos momentos ya formas parte de un pasado que nada hago con recordar, porque todo lo anterior que causa dolor debe quedarse ahí donde está, en el olvido, enterrado bien profundo o convertido en un polvo quejumbroso que el viento se ha de llevar.

 Mientras tanto la tarde sabatina renace como si fuese la primavera y tú te la pierdes,  porque en cuento a mí me siento más que satisfecho de poseer lo que aún me queda: el tesoro invaluable de los puros deseos y sentimientos.

 Y entre una y otra bocanadas de recuerdos,  Dios se hace presente al permitirme contemplar esta efigie de mulata con su andar cadencioso, cuya piel y fragancia hacen temblar al mas insensible de los mortales, muy  parecida a Diana, la hermana gemela de Apolo y Diosa del mundo salvaje, a quien le gustaba correr por los campos y selvas, con sus cabellos sueltos, libres en ordenado desorden y con las piernas –ay, qué piernas- expuestas a la naturaleza, cosa igual a los benditos atributos de esta hermosa mulata que no deja lugar para otro pensamiento ni exaltación que no sea para ella. ¡Bendito monumento de mujer!. Y bendito Dios que me dio los ojos para contemplarla a ella. Ahora saben ya el por qué siempre tiemblo ante esta mulata.

 Por eso el amor nunca muere, cambia de casa –como en la canción de José José- y Dios me da la oportunidad de darle albergue, pero la experiencia me ha enseñado que nunca lo encierre, hay que dejarlo libre, que flote y si sale y no regresa, déjalo, que encontró otro nido. Eso sí, sin engaños ni manipulaciones burdas, porque por igual otro amor vendrá a tu nido a ocupar su lugar, sin que tengas que idealizarlo. Él llegará ya sea como trigueña, morena, rubia o como este agradable tormento de mulata que hace presente para engalanar tu morada.

 En tanto, si en estos u otros momentos te hablan de amores, recuerda a José Alfredo Jiménez y su mundo raro: “Cuando te hablen de amor/ y de ilusiones/ y te ofrezcan un sol/ y un cielo entero/ si te acuerdas de mi/- escucha bien -, no me menciones/ porque vas a sentir/ amor del bueno”. Sin dolor, ahí se queda. ¡Sí señor!.

La frase

La mujer se viste sobre todo para las demás mujeres”

Unamuno

El Nacional

La Voz de Todos