Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO<BR>

Si alguno de nuestros “queridos” que dicen representarnos y que lamentablemente, por mi parte, los desconozco, se dedicaran por un instante a pensar en que el resto del universo que forma parte de este caserío que llamamos país, y que además de ser pendejo, piensa y actúa de manera violenta, estoy seguro que verían con mayor detenimiento, porque les caería muy bien lo expresado por el Cardenal en la envestidura de una promoción de presbíteros y diáconos.

 Sin ser religioso fanático ni mucho menos, es indiscutible que lo expresado por el Cardenal al hacer entrega de los Evangelios a los graduandos, constituye discurso que debería de ser el Padre Nuestro de todos los representantes en los poderes del Estado dominicano, ya sean políticos, generales, funcionarios civiles o policiales, directores y todo aquel que tenga responsabilidad sobre el desenvolvimiento de la cosa pública. “…Convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado”.

 De llevar a cabo esto, bastaría y sobraría en demasía para ser un mejor país. Eso sería ideal, algo así como recordarse de los buenos políticos que hemos tenido y de los cuales dizque son sus fieles discípulos pero claro, solo de la boca hacia fuera y cuando les conviene, porque de los contrario se voltean hacia la otra parcela cual si fuesen buñuelos friéndose en aceite caliente.

 Si adoptasen esta postura, ciertamente nos dejaríamos de tantos engaños e indelicadezas y de muchos estudios, investigaciones y comisiones que solo hacen embarrar cada día más su accionar como dirigentes llamados a ser ejemplo de eficiencia, honestidad y entrega por la nación, en vez de aumentar día a día las frustraciones del pueblo.

 Pero esto es solo perder el tiempo. Es engañarse a uno mismo pretendiendo que el estiércol nauseabundo produzca buen olor. Miles de hombres probos de este paisaje, a diario sufren en cuerpo y alma esas mal llamadas indelicadezas, tratan de seguir los consejos de Marco Aurelio en sus testimonios, y ser semejantes al promontorio en el que constantemente se estrellan las olas, permaneciendo uno firme mientras en el entorno se apaciguan las aguas entumecidas.

 Pero los bandidos de corbata y camisa de lino, los bandidos de toga y birrete, el tigueraje enganchado a político, los lobistas pervertidos que solo tienen y ven el signo del peso –perdón– del dólar en sus ojos, los hacedores de contratos mostrencos y peajes “sombras”, los que manejan el dinero del pueblo alegremente para engrandecer su maldito ego en hacer obras personales e innecesarias, ante el aplauso de todos sus acólitos, incluyendo los perversos asesores y espalderos, ninguno, ninguno entiende este lenguaje.

 Mientras tanto, continuaremos como pueblo farandulero al fin, jugando con las verdades y medias verdades. Porque aquí con o sin tipificación hay aún “libertad” de prensa y libertad para hacer indelicadezas con total o parcial impunidad. Figúrense ustedes que ahora anda el rumor que dizque mataron al Jefe y por lo bajo yace una dictadura silente tan especial que no es ejercida  precisamente por quien dirige la cosa pública, pero que amordaza y mata moralmente con tal cinismo y prepotencia, que resulta peor que la muerte física.

 A pesar de que no nos asusta el presente y mucho menos el futuro nos infunde miedo, ya que por más que deseen pichones de dictadores o prepotentes políticos, siempre habrá una fórmula para ponerle fin a las barbaries de reyes, señores feudales o prepotentes políticos. Por miles de motivos no dejaremos de gritar a los cuatro vientos porque siempre y a cada momento se producen hechos para hacerlo, gritando o clamando, por el cese de este pandemonio, es como cosa para resolverla un prestidigitador, porque entre nosotros existe un mal desgraciadamente general de irresponsabilidad ciudadana, donde nadie respeta nada, tampoco existe una autoridad consciente y respetuosa que cumpla y haga cumplir las leyes.

 Nos cansamos de gritar la llegada del lobo y nadie hace nada. Planes de seguridad pero sin invertir en los que los van a llevar a cabo, pero claro, al final saldrán desacreditados los mismos pendejos de siempre, la policía y los guardias. Porque si la autoridad no tiene la capacidad operativa para ejercer con eficiencia el “monopolio” de la violencia, no importan los cientos de hombres que envíen a las calles solo a pasar trabajo, mientras los políticos se mantienen sin invertir y en aires acondicionados. Los recursos empleados en la seguridad, no constituyen un gasto, la verdad pura y simple es que se convierten en una muy buena inversión. ¡Sí, señor!

Twitter:@rafaelpiloto01

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