Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Pensando en ti Risel pensando en ti

Porque… “Quien vive sin pensar no puede decir que vive.

Al decir de Víctor Hugo, “en los ojos del joven arde la llama y en los del viejo brilla la luz”, tendríamos que expresar  como Margaret Fuller a los hombres, que “por estar buscándose la vida, se olvidan de vivir”. Quizás por esto, quedarse meditando sobre la vida y encontrar cosas valiosas por la cuales querer vivir. En verdad  es reconfortante. Navegar entre mares tumultuosos de la vida sin avizorar puerto o ensenada segura es frustrante. Es la razón por la que,  cuando aparece un rayo de sol que anuncia la calma y deja percibir el horizonte, la paz retorna a nuestras almas y nos permite vislumbrar ese puerto seguro tan anhelado.

En ocasiones,  muchos le llaman arco iris,  y yo le llamo Rissel. Así de simple, sencillo, sin rebuscar mas nada,  pero el sólo hecho de pensar en ese nombre es como si un limpio y tibio manantial bañara mi piel dejándome un agradable y dulce sentimiento de paz y esperanza.

Para  Aristóteles los sentimientos se hacen bellos  cuando alguien soporta las grandes calamidades con buen humor, no por ser un insensato, sino por grandeza de mente. E inclusive, la propia Biblia nos dice que un corazón alegre es como una buena medicina.Y tiene razón, porque el hombre de buen corazón disfruta de las cosas simples que muchos siquiera llegan a percibir, como ese alegre reír de Rissel,  que para mí es como trinar de pajaritos en mi ventana.

Y como cada quien goza la dicha o felicidad que disfruta con tal o cual suerte, me explayo en mi gozo al poder disfrutar de la dicha enorme de poseer a mi lado a Rissel, que cual diamante precioso he visto como se ha ido puliendo, para bienestar de mi vista y gozo de mis sentimientos.

Muchas veces digo como Bernard Shaw, que mi manera de bromear es diciendo la verdad, aunque la verdad en ocasiones sea amarga y aun así, me jacto de decir que me plazco en mis amores por la vida, por lo bueno y natural, aunque desearía  querer mucho más.

Con  placer confieso mi debilidad por lo tierno y puro. Por eso, en verdad pero muy verdad, te quiero decir Rissel,  que busco y busco la manera de decirte “y como podré decirte que tu eres más..” Y no quiero que de esa forma se pueda cambiar ruta por omisión o comisión, esa forma de ignorancia adquirida –como alguien dijo- y que constituye el olvido, permita que el tiempo pase sin hacerte saber que  para mi eres como el suave toque que eriza la piel y tu voz es como oración divina que enaltece e inspira mi alma. En verdad lo confieso; no sé como decírtelo.

Y yo comprendo plenamente la gran pobreza que acogota a muchos, porque tampoco me asombra la podredumbre, miseria e injusticia humana y que quizás por esa razón siente envidia de mi complacencia en ti, porque esa pobreza a la cual hago referencia, es la misma expresada por Giovanni Papini, al expresar que  “entre las innumerables pobrezas que hoy entristecen y encorvan a los hombres, la más ultrajante es la pobreza de esperanza”.

Precisamente, porque podríamos decir que nada está en su lugar, la deshonestidad precede a la acción y sucumbimos a ella, como sucumbe la amistad, el buen querer, la moral y la lealtad. Todo esto, sin detenerse a pensar un solo instante en las cosas buenas de la vida. Sin querer admitir la máxima de Hipócrates,  de que cuanto más alimentéis a un cuerpo lleno de impurezas, más lo perjudicarás; como acontece cuando se quiere reconocer mérito a alguien y falta valor para separar a los mansos y los cimarrones. Porque te reitero Rissel, que la cosa es ser o no ser, así de simple. Aunque sí debes estar consciente de que “los espíritus mediocres suelen condenar a todo aquello que está fuera del alcance de ellos”.

Aunque te confieso, que no sé “como gritarte que te quiero; y que tú eres, un poco más. “…Más que el río, más que el lecho más/ que el cabello, que las manos más/…Más que cientos más, más que miles más/; Más que el dinero más, que el oro más. En fin, Rissel, mi querida hija; eres más que el aire más/…que el sueño más/…más, que el perro, más. Y no me canso de decirte que eres “más que el coche, más, más, mucho más”. Dícelo a Dios y al mundo, ¡más que todo, mucho más! ¡Si señor!-

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