Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Coherencia: firmeza en la oratoria y el accionar

Simple…“Aprender sin pensar es un trabajo inútil, pensar sin aprender es un peligro”

Entre utopías y divagaciones, me encuentro muchas veces con verdades que han perdurado y permanecerán por siempre en el devenir de la vida,  como guías reconfortantes en tiempos difíciles, cuando las contrariedades envalentonadas, pretenden apabullarnos o pisotearnos con su fuerza febrerina, que los hace trastornar el sentido.

 Al escudriñar a Samuel Smaile, nos encontramos con una de esas verdades asombrosas, cuando dijo que “una voluntad enérgica es el alma de todos los grandes caracteres. Donde ella se encuentra hay vida; donde ella no existe, únicamente hay debilidad, impotencia y desaliento”.

 Este es el gran problema de los desarmados, demagogos y prepotentes que no reconocen cuando una persona tiene la firme voluntad de hacer algo y que al igual que aquellos que optan por el mal camino, una vez iniciado el mismo, no hay vuelta atrás.

 Voluntad para elegir lo bueno o lo malo la tenemos todos. Unos se van por un lado y otros por el otro. Pero, cuando un hombre adopta la voluntad de no torcerse ante las tentaciones, que no vive de complicidad en complicidad y que su atención se centra en un propósito, una idea, que se forma el firme propósito, la determinación de llevarlo a cabo y una vez que ha iniciado la ejecución del mismo, no hay vuelta atrás, sólo se hace o se hace, aunque la taza o lo que sea se rompa o no.

 Es posible que sea incierto dónde se romperá lo que sea, aunque influya esa fuerza a la que se le atribuye la determinación de lo que ha de suceder, aunque sea fatigoso, inevitable, nefasto y aciago, por más que inventen. Definitivamente me alimentaré de su odio y sus intrigas, porque más tarde o temprano, por los siglos de los siglos, aunque traten de opacar con fango la luz del farol, la luz saldrá y resplandecerá la verdad.

 Qué más quisiera, que estos esperpentos supieran lo bueno de la transparencia, porque de así suceder no actuarían de la mala manera como lo hacen. Pero este anhelo es una utopía. Han sido formados en la oscuridad, sin un núcleo familiar que le haya inculcado el buen vivir, de manera tal, que les resulta imposible ver la transparencia, la luz.

 Utilizan  desatinos, embustes como arma ofensiva ante su poca visión como profesionales, con lo cual tratan de ocultar su poca creatividad y en muchos casos, su asquerosa perversidad. Todo esto, para tratar de ocultar su increíble capacidad para lo vulgar, simplista y corrupto.

 Son personas de pura rutina, como aquel que decía tener veinte años de experiencia, siendo la verdad que tenía tres meses de entrenamiento; tres de experiencia y diecinueve años y seis meses haciendo lo mismo. Así son los que se empeñan en luchar en contra de la evolución, del progreso, de la eficiencia y la honestidad.

 Por oposición, no son aficionados en esto, sino, verdaderos profesionales de la ineficiencia. He conocido a muchos de este talaje, aunque me ha marcado la sorpresa ante el cambio de algunos llamados a no ser así, razón por la cual me cuestiono: ¿en qué momento y lugar perdieron la dirección, en qué momento se les daño la brújula que indica la dirección correcta por donde están las buenas virtudes; en qué momento se transformaron en títeres sin voluntad alguna, haciéndolos incapaces e inmorales? Si usted lo sabe, por favor me gustaría saberlo. ¡Si señor!

El Nacional

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