Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

El mismo caramelo, las mismas Irresponsabilidades y engaños

Usted se respeta para que lo respeten. Hay que respetar tanto a los “intelectuales” como a los iletrados. Esto así, aunque muchos “inteligentes” y de comportamiento gansteril, tanto de hecho como de palabra, crean que todo el mundo es pendejo. Como nos consideran la mayoría de los “inteligentes” e “intelectuales” políticos, nacionales y extranjeros, quienes tienden a tratarnos como si fuésemos indios naborí.

Y fíjese si nos consideran de ese modo, que como nos la ponen de una no las ponen de otra. Por un lado los del patio se atrincheran, se blindan y se hacen impunes, mientras los de fuera vienen y nos golpean, nos humillan, desacreditan y nada hacemos. Porque no hay autoridad que se comporte como tal para que la respeten, porque no hay ninguna que se respete ella misma. Y quizás, solo quizás, esto sea, porque la doctrina dominicana siempre ha sido la defensa, muy al contrario del vecino estado fallido.

Para muestra, el mismo botón de siempre. El intelectual e inteligente funcionario del Acnur, Gonzalo Vargas Llosa, hace tiempo que debió de haber sido declarado persona no grata y expulsado del país, sin consideración alguna, sin temor a ningún tipo de represalia por los mismos de siempre y la cháchara de los dominico-haitiano. Todo esto, por abusivo, desconsiderado, indolente, farsante, manipulador, aprovechado y embustero. Pero, nada pasa, no hay autoridad para hacerlo y por eso no nos respetan y continúan desacreditándonos y despotricando contra este indefenso país, carente de políticos que sirvan para otra cosa que no sea el desgraciado y desacreditado clientelismo y la obtención de sus bajas ambiciones personales.

Pasan décadas y continua vigente aquello de que: “no hay que forjarse ilusiones sobre el valor moral de este pueblo”, tal como lo expreso Américo Lugo. Somos un país bachatero para todo, que desde donde cualquier yagua vieja sacamos un general, o una basura política como paradigma de lo que debe ser un líder o hasta un anacrónico nacionalista, cuasi como un sello gomígrafo de Guacanagarix. Dependemos de los “expertos” internacionales para todo, porque hasta las leyes, nuestros preciados y nunca bien ponderados políticos, las copian y tratan de aplatanarlas de una u otra manera en esta tierra de eunucos.

Pero esto, hay que decirlo hasta que nos cierren el pico; este pueblo es un pueblo de pendejos, “abobaos” y dirigido desde sus inicios por los pica flor u oradores que adormecen hasta su propia madre. Semanalmente cambia el programa del circo político y la gran mayoría que además de pendejos son medio tarados, lo aceptan y disfrutan en medio de vanas discusiones de patio, en tanto los políticos los sangran cual sanguijuela o vampiro de película de terror.

Ahora nos quieren vender que todo su negocio, se arregla con la famosa ley de partidos, como si esta hubiese sido elaborada por extraterrestres, cuando todo el mundo conoce que los políticos no se pisan la manguera. Porque, una de las pocas cosas que el hombre no puede enterrar y desaparecer, bajo el peso del cemento, asfalto o camuflar por siempre bajo oratoria alguna, es la verdad. Esta siempre resurge cual lava de volcán, arrasando con todos los obstáculos que le impedían ver la luz.

El caramelo es ese; la nueva y primigenia ley de partidos, cual si ya no estamos ahítos de leyes y reglamentos a lo cual los políticos le hacen caso omiso. Esta ley al igual que todas, son para ser cumplidas por los pendejos, esa gran mayoría sin criterio propio, que se dejan conducir por toda una horda de resentidos y traidores, aunque entre sapo y sapo, siempre aparezca una luciérnaga.

Definitivamente, cuesta descifrar si somos un país o somos una nación. Y, sin importar nuestro pendejismo ancestral y que nuestros capacitados intelectuales sean de dudosa capacidad ética, moral y nacionalista, no creemos que nos merezcamos vivir en este desafecto, en esta falta de responsabilidad de un grupo de mediocres que se dicen vanguardistas pero, que viven anclados en los miedos del pasado, sin otra visión que sus propias ambiciones. ¡No j….s! ¡Si señor!

 

El Nacional

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