Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Tiempos para  divagar, o vivir entre fangos e ilusiones

Hoy quisiera solo divagar. Dejar que la pluma se deslice y garabatee el papel sin buscar sentido alguno, ya que de una u otra manera, solo será una manifestación del momento, uno más de tantos que me ha llegado hacer creer que vivo. Creer que en realidad, todos somos protagonistas en esta trágica comedia, que lleva por nombre vida y no, una simple marioneta del destino, si es que así le plazca a cualquiera decir, o, las circunstancias que nos rodean. Esperar otra tarde u otro día para continuar creyéndonos que somos el principal objetivo entre todos los seres vivientes. Darnos esa importancia, porque en la realidad, el objetivo siempre espera.

 
Quiero divagar y no pensar ni tomar nada como cierto o falso; no pensar que la realidad es, que “el amigo de hoy se volverá desilusión mañana”; no admitir como hecho que las amistades son como granos de arena que necesitan fuego para convertirse en cristal; dejar de freírme en mi propia grasa para que el chicharrón sepa mejor, aun en plena conciencia, de que eso lo disfrutara quien tenga la dicha de degustarlo, que no precisamente seré yo. En fin, admitir sin rubor, que para quererte más, me sobran los deseos, pero que siento la ausencia de la suficiente fuerza para hacerlo.

 
Se me agolpan las incongruencias reales, y las fantasías en este divagar, donde percibo como si viviera en una dictadura, compuesta por las minorías que se agrupan para robarles los sueños a las grandes mayorías, ya que nuestros políticos, solo “importan” ideas y hechos con la primera y última intención de satisfacer sus nunca bien claras ambiciones. Como esa importación del 50 más uno en las elecciones nacionales, donde se conjugan una serie de “indelicadezas”, comenzando por el reconocimiento de chinchorros políticos supuestamente independientes, que llegado el momento, se les adhieren como garrapatas a los partidos mayoritarios, solo en busca de pesos, favoritismos y concepciones en la repartición inmoral de las instituciones del Estado.
Y en realidad, no aspiro a que los dirigentes y “lideres” políticos estén de nuestro lado, porque sería mucho pedir, ante la explotación de esta mina llamada Estado Dominicano, descubierta por ellos y de la cual se han apropiado sin ningún tipo de inversión que no sea el silencio cómplice de los reales y verdaderos propietarios integrado por este pueblo sumiso, “guapo” y pendejo a la vez, a lo más que podemos aspirar, es a convidarlos a que, por lo menos, estemos en el mismo lado.

 
Escribió el Dr. Ramón Veras, que “la democracia que nos gastamos, es la representativa de la minoría nacional, que disfrutan placenteramente sus beneficios” y, no deja de tener sus razones. Es por conceptos y realidades como esa, que las terminologías se me agolpan y confunden en estas divagaciones, donde, dictadura-democrática; dictadura-clientelista o, dictadura con “apoyo popular”, resalte de manera muy peculiar, el sentido de “dictadura”, cual que sea el apellido, dictadura al fin.

 
Para mí, éste es el país de las maravillas, donde todo se olvida; donde los hechos perversos nacen y perecen en poco o contado tiempo, sin asomo alguno de que se haya tomado medida alguna, esto es, no hay régimen de consecuencias. Siendo lo peor del caso, que los mismos temas, cual si se transformaran en zombis, salen de su tumba, de su olvido, únicamente para fines electorales, revividos por las mismas mini o conjunto de minis ventorrillos políticos, que aspiran al poder o parte del mismo, para que de inmediato pasen las elecciones, reintegrarlos al olvido, quizás para siempre. En tanto y al parecer, solo nos resta continuar, hoy fiesta y mañana gallo, a lo Carpe Diem, pero muy irresponsablemente. ¡Sí señor!

El Nacional

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