Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Rafael R. Ramírez Ferreira

Liderazgo estudiantil, absorbido por el quid pro quo de los políticos.-

Nos luce natural y hasta inevitable, que semejantes parásitos sociales, hayan escalado dentro del entarimado laberinto de nuestra política vernácula pero, así ha sido. Y es que cada promoción de estos personajes, emplean los mismos métodos y el mismo lenguaje que han recibido de quienes pretenden sustituir y que para mala suerte de este pueblo, se ha convertido en una tradición de indelicadezas y desafueros sin guardar ningún tipo de apariencia que los haga parecer, al menos decentes.

Encontramos dentro de ese lenguaje decimonónico, un protagonismo absurdo, que pretende negar a todos los demás el derecho que les asiste para protestar o reclamar con las herramientas que las mismas leyes elaboradas por ellos les permite. Han olvidado nuestros dirigentes políticos, que mientras existan los grandes problemas éticos y morales que se acrecientan a medida que pasa el tiempo, al menos en este país, siempre encontraran personas que tendrán algo que decir, algo que aportar para ayudar en las soluciones de los mismos.

Y la cuestión es simple, porque cada promoción de profesionales, como cada generación –reiteramos- de individuos, recibe diferentes realidades de la vida diaria y cada una expresa lo que siente y el como lo hace, aunque siempre subyacen en esa manera de expresión las penetraciones del pasado muy a pesar que quizás estas ya no representan la verdad en el presente.

Es por eso, que hoy, nos encontramos con segmentos de la clase política, que más bien parecen dinosaurios en su pensar y su accionar, repitiendo como si fueran grabadoras, de manera maquinal, el mismo lenguaje incorrecto aprendido desde su juventud para tratar problemas parecidos, surgidos en su juventud y que hoy se niegan a permitir cualquier expresión o acción que trate de manera diferente los problemas actuales.

Si lanzamos un mirada retrospectiva sobre el tiempo transcurrido dentro de la democracia en la cual vivimos, los cuestionamientos nos abrumarían y nos pondrían a pensar sobre el alto costo que hasta ahora nos ha costado este mostrenco sistema político, aprisionado por intereses espurios de una casta política que prometió y promete a diario que mañana será diferente sin que ese mañana se haga presente pero, ¿en quién confiamos esa tarea? ¿En la juventud? Pero ¿Cuál de ellas? Si es que tomamos en consideración la situación actual que nos está demostrando que la juventud no necesariamente sea sinónimo de innovación, entonces ¿en cuál?

Doloroso, desde cualquier ángulo, este asentir. Reconocer o visualizar que la juventud se ha dejado secuestrar en las últimas décadas por un grupo de estúpidos y banales políticos, donde la pestaña de cualquier curita de barrio posee más integridad ética y moral que toda la que pueda reunir la gran mayoría de las asociaciones políticas que se disputan el poder. Han hecho desaparecer las organizaciones estudiantiles y hoy es inexistente ese liderazgo que inspiraba a la sociedad y que se convirtieron en un referente para el reclamo de los mejores intereses del pueblo.

Pero, lamentablemente todo se ha “cualquerizado”. Los partidos políticos se han hecho dueños y señores de las organizaciones estudiantiles, dejando solo entelequias con el pomposo nombre de estudiantiles, despojando y dejando sin esperanza alguna al pueblo y la esperanza del brote de algún liderazgo que haga cambiar esta incertidumbre de vida y que podamos llegar a una real democracia.

Esto por aquello es lo que prima en las relaciones de nuestros “honorables”políticos, un salami por un voto, una canastilla o un bono “solidario” para esclavizar hasta la conciencia. Definitivamente, vivimos en un interminable quid pro quo, donde solo cambian algunas palabras pero, se llevan a cabo los mismos hechos, solo en busca del poder y sus inagotables ambiciones.

Considero, que si medimos lo que nos ha costado llegar a donde estamos, partiendo de la desaparición de la tiranía, tendríamos que convenir sobre la pobreza y lentitud de estos resultados ante la realidad, que mejor sería no ser tan “prósperos” y desacelerar los logros que nos quieren presentar, y procurar un avance más lento y gradual del progreso pero… ¡Para todos! ¡Si señor!

El Nacional

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