Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Tan bella, hermosa y a la vez tan abandonada a su suerte. Tranquila, serena y fresca como agua recién brotada del nacimiento de un limpio y refrescante manantial, aunque por igual, tan triste y abandonada, como niña pobre hurgando un trozo de pan en cualquier vertedero de basura.

Así es ella. Languideciendo sola. Completamente olvidada cual pecadora impenitente. Muere lentamente después de haberla utilizado, como mujer violada. La vistieron con las mejores galas para la fiesta y luego de terminar la misma, abandonada a su suerte, como basura al zafacón, como si fuese cualquier cosa sin valor.

De su otrora belleza, sólo está quedando la sombra, en ruinas que denotan lo que en su día fue y que ya no es. Tristeza, pena, vergüenza y rabia que a duras penas se puede uno contener ante este cuadro vergonzoso de irresponsabilidad y criminal acto contra este portento de singular belleza y exquisita serenidad.

Y más doloroso aún, es pensar que esta noble belleza, pulida por la magia divina de la naturaleza y el intelecto del hombre, como factor principal, se encuentra como expreso don

“Cuántas injusticias y maldades

se comenten por mero hábito.

 Pedro Julio Mir Valentín “…en el mismo trayecto del sol…Colocado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”.

Así es ella, ligera y alta cual virgen montaña, rodeada de un impresionante aire de tranquilidad que me impresionó, cual si fuese un hombre célibe comenzando a disfrutar de la belleza que nos va presentando la vida.

Por eso, ante tan sin igual belleza, me cuestioné el por qué su estado de abandono, a sabiendas de que yo no era el primero ni iba a ser el último que caía cautivado ante tanta belleza y que sin embargo, había sido víctima de tal desplante, y de esa odiosa actitud de irresponsabilidad indolente ante tal contemplación, e indiscutiblemente su digno comportamiento, en todo lo que pudo servir y a pesar de eso, mantener la misma actitud, aunque languidece nen la peor de las miserias, con claros y visibles signos de desintegración. Vamos a decir, que muere como un lento atardecer de verano.

Es por eso, que en ese imperio donde mora, en aquel lugar donde el arte natural plantó sus mejores dotes y donde la impiedad se manifiesta en grado superlativo, el dolor de contemplarla, despedazada, hecha ruinas, produce desgano por todo y por todos y ese dolor profundo que sólo gesta la impotencia, ante un hecho tan irresponsable y vergonzoso.

Ella languidece ante toda esa laberíntica estructura, que como cualquier prisión, poco a poco va convirtiéndola en una reliquia que alguna vez tuvo esplendor, belleza y gloria. Mientras, estamos seguros, aparecerá el verbo falaz que tratará de justificar su estado agónico, padecimientos y, no dudamos, que inclusive, trate de argumentar lo inapropiado y hasta desfasado de su propia existencia.

Abandonada a su suerte, sucia, triste, sola y desamparada, es el tétrico cuadro que vemos al contemplar la otrora majestuosidad e inconmensurable belleza, que aún a muchos les da por llamar: La presa de Rincón”. ¡Si señor

El Nacional

La Voz de Todos