Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Vitar, depurar el entorno para conservar la sangre moral

Porque… “Si importante es saber montarse y cabalgar. También es preciso aprender a caerse”.

Este mes, sólo se debería tratar de amar, aún a todos aquellos enemigos de triunfos ajenos y a todos aquellos resentidos de la sociedad, que muy a pesar de haber obtenido dinero en su vida y de obtener posiciones que le permiten manipular conciencias débiles y a peleles con o sin uniformes, aún a esos perdidos inmorales y corruptos deberíamos en esta época tratarlos con amor –aunque sea doloroso, como en verdad lo es- pero, deberíamos de hacer el intento.

 Hablar y discutir sobre la belleza tropical, encerrada en la mujer caribeña sin que importe mucho el llamarla trigueña -si más le gusta a usted-, porque en cuanto a mi, todas las mujeres son merecedoras de una palabra de amor, sean rubias, morenas o trigueñas. Y aunque en un momento determinado les digamos “hay una cosa que…no te he dicho aún;/ que mis problemas sabes que…se llaman tú…recuerda que también a ti…te he perdonado/ y en cambio tú dices lo siento, no te quiero/ y te me vas con esta historia entre tus dedos”.

 Con todo y eso, no hay que hacer mucho esfuerzo para pensar en ellas y dejar a los malaleche en el revolcadero de burros, mientras “las cuerdas van ordenando, los rumbos del pensamiento/ de una milonga campera/ que va saliendo campo ajuera,/ lo mejor del sentimiento”.

 Vamos púe, y no es que bajé la guardia mi hermano, no se vaya usted a confundir, es que estamos en el mes de las madres, en el mes de la mujer, de aquella “que me meció en la cuna y me dio uno por uno el corazón entero”. El sentirse bien es por ellas, es un sentimiento difícil de entender por los malvados que desconocen esa mezcolanza de mimo, amistad y la sensación sublime de poder suspirar en unos brazos amorosos, siempre abiertos y tiernos que nunca pasan facturas. Ese es el amor de madre, ese es el amor de patria.

 Son esos los brazos que te transmiten la fuerza, que dan las buenas costumbres y las virtudes morales que nunca te abandonan ni en los peores avatares y que algunos se confunden cuando por delicadeza arrías las velas, mientras ellos continúan navegando sin rumbo, en medio del fango putrefacto y amoral que constituye su morada. Y “ninguno debe pensar,/ que vengo en son de revancha./ No es mi culpa si en la cancha,/ tengo con qué galopear”.

 Pensando en ellas,  es que digo, que si no se cambia el tono y el querer justificar lo injustificable, adquirirán cada día más significado y realidad, aquellas viejas sentencias con las cuales esas mujeres excepcionales constituidas por todas las madres que nos enseñaron desde la cuna; “dime con quien andas y te diré quien eres” o esa máxima que reza: “la mujer del César no sólo tiene que ser seria, sino aparentarlo”. He de ahí, que en innumeras ocasiones, viendo fotos, recordamos a Jesucristo en la cruz, crucificado en medio de dos ladrones”.

 No basta ser capaz e inteligente, si no se trata de corregir los errores y tratar de cometerlos cada día menos, porque por más turnos al bate que tengas: “La naturaleza siempre batea de último”. Es  por eso la importancia de depurar nuestro entorno, para impedir que las lacras y los cualquerizados, nos saquen la sangre moral, cual parásito maldito.

 Y como ya “del cielo caen estrellas sin oír deseos”, no quiero hablar de empresarios “carnetizados”, que son ordeñados como vacas todos los diciembre, y si no dan mucha leche,  p´al  matadero. Por eso, prefiero hablar del amor y la mujer, porque “Yo pienso que…no son inútiles, las noches que te di…hay veces que me voy sintiendo solo…me pides que sigamos siendo amigos,/ amigos, ¿para qué? Maldita sea/ a un amigo lo perdono,/ pero a ti te amo”. Aunque, ante todo esto que ensucia, y que la rebeldía hace hervir la sangre, y al mismo tiempo hace temblar las manos en busca del arma para vengar la ofensa y el ultraje, muy a pesar de todo esto, se muy bien que al fin y al cabo, “pueden parecer banales, mis instintos naturales”, pero, claro, que no lo son. Así es. ¡Si señor!

“En un Estado bien ordenado, el progreso no es medido en términos de riqueza. Solamente la pureza moral de sus gentes y de sus líderes constituye su verdadero patrimonio”.

Confucio.-

El Nacional

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