Opinión

Eterna crisis de Haití

Eterna crisis de Haití

A raíz de la independencia haitiana en el año 1804, ese país vivía una recurrente crisis política, social y económica cuya secuela negativa repercute aún en nuestros días a los dominicanos, por las incesantes inmigraciones ilegales y los intentos de ocupar el territorio nacional, mediante el uso de la fuerza.

Los dominicanos hemos tenido que librar más de 15 batallas contra las huestes haitianas, después de la Independencia de la República, y seguimos enfrentados por las decenas de incursiones de indocumentados a todo lo largo de la frontera, acontecimientos que se han traducido en la comisión de crímenes y delitos contra los nativos, situación que ha provocado que nuestras cárceles estén pobladas de habitantes del vecino país.

Ahora acontece que Francia y Canadá, en su afán para lograr la fusión de la isla, están construyendo proyectos habitaciones en distintos puntos del país, para asentar a familias haitianas. Ambas naciones también financian, por los menos, dos hospitales destinados a dar servicios a las parturientas del país vecino, sin la anuencia del Gobierno.

Lo aconsejable y razonable sería que esas iniciativas se desarrollen en territorio haitiano, quizás con la ayuda del Gobierno dominicano, que colaboraría con mano de obra y personal médico para aligerar la carga de los centros de salud de aquí, los cuales presentan déficit de camas en perjuicio de los criollos que padecen diversas enfermadas.

Un analista en temas haitianos sugirió la construcción de tres centros materno-infantil en las comunidades de Anse-a-Pitre, Belladere y Ouanaminthe, situadas en la línea fronteriza para solucionar en lo posible el drama que representan las embarazadas haitianas, reproduciendo ilegales y aumentando el número de habitantes en los 48 mil kilómetros cuadrados de la República Dominicana. Es una atinada propuesta que debe ser impulsada por el Gobierno.

Hay que detener los planes anti nacionales que promueven Estados Unidos, Francia y Canadá, pues la inmigración haitiana se ha convertido en una daga que nos desangra, como bien apuntara un líder empresarial, preocupado por una situación que presiona la seguridad social, fomenta el desempleo y genera un alto riego parda la soberanía nacional.

El Nacional

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