Opinión

Ética profesional

Ética profesional

En los programas de estudios de las diferentes carreras universitarias hay una asignatura llamada “Ética”. Es así como hay “Ética de la Comunicación Social”, “Ética de la Medicina”, “Ética de la abogacía” y así sucesivamente. Sin embargo, apenas se imparte un nivel, por lo que en el marco de un rediseño curricular -y considerando el deterioro moral que se observa en las distintas profesiones- procede un reforzamiento en torno a los deberes conductuales en el ejercicio de hombres y mujeres de ciencias.

Se sugiere introducir más niveles de ética con el objeto de crear mayor conciencia. Algo queda en los egresados universitarios, cuyo desenvolvimiento no ha sido más que el reflejo de una sociedad en descomposición, en la que ha imperado, en los últimos tiempos, una progresiva inversión de valores, valores que se pierden sepultados por los económicos, producto del afán de lucro.

Pero el afán de lucro se genera cuando no hay convicciones morales fuertes, cuando no hay conciencia. La conciencia no es más que otras personas dentro de uno. Y esas personas pueden ser los padres (vivos o muertos), los hermanos, los hijos, los amigos y todos aquellos que tienen a uno como serio.

La Ética Profesional, como asignatura, puede ayudar (¡Claro que sí!), pero no transforma a ninguna persona, cuya conducta moral podría ser hereditaria y moldeada por una buena formación familiar. Conozco a muchos profesionales de buena reputación y elevado crédito público, pero se trata de un comportamiento que viene de lejos, desde el hogar, no de ninguna universidad.

De todas maneras, los distintos gremios y entidades profesionales deberían de velar por el aspecto moral en el ejercicio de sus afiliados, celebrando talleres, conferencias y actualizando sus respectivos códigos de ética. Se sugiere la sanción, de igual forma, para aquellos miembros que violenten las normas morales, pero a veces los intereses y los regulares procesos eleccionarios obstaculizan la disciplina.

Creo que se puede mejorar la conducta ética de nuestros profesionales y detener la progresiva descomposición que observamos en comunicadores que hablan y escriben por encomienda, médicos en vergonzosos contubernios con laboratorios, haciendo cirugías innecesarias y abogados (esos fueron los primeros que empezaron) estafando y haciendo diabluras de todo tipo.

El Nacional

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