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Eugene “Estaré agradecido por siempre”

Eugene  “Estaré agradecido por siempre”

“Agradecido por siempre del pueblo dominicano y del club Mauricio Báez. Mi familia y yo valoraremos eternamente este reconocimiento”. Con esas palabras definió Eugene Richardson su exaltación el domingo al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

El más grande refuerzo que ha pisado una cancha de baloncesto en República Dominicana, fue uno de tres estadounidenses que recibieron la máxima consagración deportiva que se otorga en el país, por las grandes hazañas que hicieron en los escenarios de competencia.

Con Richardson, también fueron inducidos a la inmortalidad el zurdo Mickey Mahler, el mejor lanzador importado que ha subido a la colina central de los estadios dominicanos con las Estrellas (en su primer año) y Leones del Escogido (ocho temporadas); y Ralph Garr, el más prolífico bateador entre los norteamericanos y jugadores de otras nacionalidades que han accionado en el béisbol profesional de invierno.

Sin embargo, ninguno pudo estar presente en el Ceremonial de Exaltación, y a Eugene, el único que viajó al país para asistir a tan solemne momento, pero el destino le hizo una jugada. En horas de la mañana del domingo tuvo que ser hospitalizado por problemas de hipertensión.

Quien sería su edecán, Julián -Bombo- McKelly, compañero y figura clave en los tres títulos seguidos (1984, 85 y 86) ganados por Mauricio Báez en el basket distrital con Richardson como figura de principalía, terminó representándolo, con el entrenador de esos equipos campeones, Fernando Teruel, siendo el edecán.

Richardson, en un mensaje enviado al Auditórium y leído por McKelly, dijo que “fui un bendecido de Dios por permitirme jugar en esta hermosa tierra y conocer a tantas gentes hermosas que 32 años después me siguen considerando como parte de su familia y que yo los considero también parte de mi familia”.

Afirmó que tres décadas después de reforzar en el país por primera vez, jamás pensó que por su accionar sería reconocido con la inmortalidad, agradeciendo en tal sentido al Pabellón de la Fama por su escogencia, y al club Mauricio Báez por ser el trampolín hacia la consagración deportiva en República Dominicana.

Expresó que la inmortalidad “es uno de los más altos honores que he alcanzado en mi carrera, en mi vida, y eso de lo debo al club Mauricio Báez, que ha sido mi segunda familia desde que llegué a este país, hasta ahora. Mi familia y yo agradeceremos esto por siempre”.

Richardson tuvo palabras de agradecimiento en especial para el fundador y hoy asesor del Mauricio Báez, Leo Corporán, y para Fernando Teruel, su entrenador en la época que reforzó en la liga.

Cuando tocó el turno de su exaltación, Luis Scheker Ortiz, presidente del Pabellón de la Fama, dijo que la ausencia se debió al percance de salud que tuvo Richardson en la mañana, y pidió al auditórium un “aplauso de pies para el que definió el mejor refuerzo que ha pisado una cancha de baloncesto en nuestro país”.

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Eugene -El Tigre- Richardson exhibe la placa y la medalla de la Inmortalidad del Deporte Dominicano, honor que recibió por su gigantesco desempeño en el baloncesto superior
del Distrito Nacional como refuerzo del club Mauricio Báez en la década de los 80.