Un grupo de personas ha suscrito un Manifiesto formulando ante la nación una propuesta de naturaleza política que, a mi modo de ver las cosas, ha concitado una reacción que no trasciende la forma ni el aspecto de la temporalidad en que el texto se publica y, debido a tal limitante elude, no por casualidad, analizar el contenido de lo que se esgrime en el mismo y el sustento de sus tesis. Pero esa manera de proceder es una acción que debe valorarse como tan política como el hecho mismo al cual se refiere.

La intrepidez del documento, puesta de manifiesto en la sugerencia de revertir todo el ordenamiento jurídico derivado de las últimas elecciones, con la consiguiente desintegración de la actual composición de los altos organismos del Estado, es un elemento que provoca un comprensible temor en segmentos importantes de una sociedad conservadora como la dominicana por el estremecimiento institucional que provocaría la concretización de una idea tan transformadora como esa.

De ese fácil argumento y del pánico natural generado, se han asido los críticos del Manifiesto, obvios defensores del predominante estatus político del país, para desprestigiar lo publicado y colocar sus responsables en una posición como si se tratara de fanáticos irracionales que proponen locuras de imposible materialización, las cuales exponen la democracia a un supuesto colapso de proporciones apocalípticas. Eso es manipular los acontecimientos y evitar una discusión profunda de la reales problemáticas que han sido planteadas.

En un ejercicio de ficción, de haber sido consultado sobre el criterio de oportunidad de la publicación del documento comentado, mi opinión habría sido desfavorable a tal iniciativa por considerar que se estarían planteando propuestas extemporáneas y eso produciría una especie de desperdicio de ideas que en esta coyuntura que vive el país no generaría beneficio exponerlas, al contrario, se estarían ofreciendo municiones gratuitas a adversarios que con el transcurrir del tiempo podrían estar en circunstancias de mayor vulnerabilidad y habría más probabilidades de asestarles reveses políticos.

A los efectos positivos en términos de incremento de la conciencia ciudadana que ha concitado Marcha Verde es necesario permitirle más nivel de maduración y aguardar las consecuencias políticas que podría generar.

Ese Manifiesto contribuye a frenar esa posibilidad aun no siendo el Movimiento su autor. Pero lo dicho no sirve para descalificar los argumentos expuestos en el Manifiesto. Es como un diagnóstico médico acertado, ante el que se propone un tratamiento inadecuado.