Opinión

Fanatismos y menopausia

Fanatismos y menopausia

La menopausia es el periodo más peligroso en la vida de una mujer. No por los cambios físicos, ya de por sí muy complicados, sino por los que se operan en la psiquis. Generalmente relegada a un segundo plano por el matrimonio y la maternidad, el único periodo en que la mujer dispone de tiempo para pensarse es cuando sus hijos ya han crecido, han hecho su vida, y las demandas del marido se han minimizado.

La mujer experimenta entonces una necesidad extraordinaria de reafirmación y significancia social y tiende a dedicarse a lo que no pudo hacer: escribir, bailar, pintar, viajar, buscarse un novio, o militar en causas sociales que en el mejor de los casos la “Marcha Verde” le dan un gran sentido a su vida.

La menopausia es el periodo de mayor fragilidad psicológica y espiritual de las mujeres, y sino están vigilantes sobre su impacto psicológico pueden convertirse en víctimas fáciles de los fanatismos.

Así hemos visto filas de señoras firmando en el Parque Independencia declaraciones para la preservación de “la nacionalidad dominicana”, fichas utilitarias por una demagogia “nacionalista” unilateral, que evita por todos los medios señalar las verdaderas causas y los causantes, y amenazas a la integridad nacional.

Hemos visto como durante la menopausia miles de señoras menopaúsicas tienden a engrosar la feligresía de los templos, tantos católicos como protestantes, donde más de un ministro ha desbaratado familias de larga data reclutando a las más atractivas para sus viajes y convirtiéndolas en sus amantes. Algún día se denunciara esta práctica y sus estragos para la familia dominicana.

Existe hoy otro tipo de fanatismo menopaúsico en ebullición y se llama Trump. Solo hay que observar el público de sus mítines para notar que está conformado en su gran mayoría de señoras blancas de mediana edad que lo celebran con adoración.

¿Que se burla de ellas expresando su horror a las mujeres gordas y haciendo alarde de su modelo-esposa, veinticinco años menor?

¿Qué en Charlottesville miles de “nacionalistas blancos” marcharon con antorchas gritando “Judíos no nos reemplazaran”? Asombra escuchar a sus seguidoras judías de mediana edad justificando las ambiguas reacciones de condena de Trump contra el Kuku klan y considerando la manifestación como “una trama de los demócratas”.

¿Qué Trump ha perdonado a Arpaio, un Sheriff de Arizona condenado por la justicia por décadas de abierto abuso racial contra los latinos? Seguro la respuesta será la misma: Se trata de otra “conspiración demócrata para desacreditarlo”.

¿Necesitaremos otra guerra nuclear para que la base femenina que apoya a Trump, aquí y allá, reaccione en su contra?

El Nacional

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