Opinión

Fin de la deuda barata

Fin de la deuda barata

La coyuntura internacional que permitió a la República Dominicana endeudarse a tasas record de entre 5% y 7% en los mercados internacionales parece estar llegando a su fin. Las señas de la Reserva Federal de los Estados Unidos en el sentido de que estaría poniendo fin a la compra de activos como medida de estímulo monetario ya está provocando una estampida escalonada fuera de las deudas de los mercados emergentes como el nuestro. La necesidad de una reestructuración del gasto del Estado en el marco de un pacto fiscal hoy se viene haciendo más urgente.

Salvo que se produzca un evento importante que obligue a la Reserva Federal a mantener la compra de activos, para el próximo año es probable que el costo de financiar en exceso de USD$2 mil millones que ha venido requiriendo el Presupuesto Nacional, se duplique. Esto solo en base a la respuesta de los mercados a lo que haga la Reserva Federal y sin incluir el efecto de eventos internos, como el lento crecimiento, que también pudieran incidir.

El gasto del Estado dominicano asciende a un poco más del 20% del PIB, lo que si bien no es una cifra desproporcionada o inusual cuando es comparado con otros país, ciertamente es preocupante cuando la capacidad de recaudación del Estado es menos del 16% y el resto debe ser financiado.

Se ha hecho evidente que la actual estructura impositiva frente al tamaño del Estado no es sostenible. En este milenio la República Dominicana promedia una reforma fiscal cada 2 años, y partiendo de la perspectiva de recaudaciones a mediano plazo, es muy probable que para el 2015 se esté realizando otra. Ni los productores, ni los consumidores parecen en capacidad de seguir soportando más aumentos periódicos de impuestos, ni el Estado puede seguir creciendo en su capacidad de gasto sin afectar sus propia sostenibilidad.

Ahora que resulta previsible que el financiamiento del Estado empezará a tornarse sensiblemente más costoso, sería prudente de parte del Gobierno y el sector privado iniciar las conversaciones para el tan mentado pacto fiscal.

Razonablemente el Estado pondrá sus resistencias a realizar recortes impositivos o de su estructura, y el sector privado a recibir más impuestos. La salida correcta va a estar en algún lugar en el medio.

El Nacional

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