Opinión

Francia/ Babilonia

Francia/ Babilonia

Entre diez y once de la noche, de miércoles a domingo, comienzan a descender las hordas de jóvenes de la clase media media alta y alta, hacia la Zona Colonial. Si se camina entre ellos hablan inglés, el que aprendieron en sus bilingual schools, y vienen al Drake y otros bares a escuchar música norteamericana. Son los futuros dirigentes de esta nación y todos son norteamericanos en mentalidad, pero nadie menciona esa “fusión cultural”.
Es por eso que cuando se lanza el rumor de que la Fiesta de la Música 2017, auspiciada por el Embajada de Francia, promueve una “unificación de la isla” porque dentro del grupo de 43 conciertos, con 250 artistas dominicanos, se incluyó un grupo de Haití, tenemos que echarnos a reír.
He escrito y repetido que Francia puede y debe jugar un papel fundamental en la solución a largo plazo de la sobrevivencia de la isla, pero no en el plano cultural sino ecológico.
Cuba tiene once millones de habitantes y cero natalidad, nosotros 24 millones entre los dos países. Ecológicamente hablando un proceso insostenible.
Somos la válvula de escape de una población que no se va a dejar morir de hambre o enfermedades prevenibles, con una oligarquía criminal; y el único país que puede ayudarnos a resolver esta crisis es Francia, porque tiene una relación histórica con Haití, país al cual descuartizó con un embargo político y una penalidad económica, y con sus exportaciones de maderas preciosas, causante de la erosión masiva de su territorio y aguda falta de agua.
Francia posee Cayena, un territorio con apenas 250,000 habitantes, más grande que Portugal. Si facilita el traslado de dos millones de jóvenes haitianos a ese territorio, para que estos puedan ayudar a sostener a otros diez, estaría aportando la única solución viable a esta crisis.
Y Francia tiene ahora un presidente joven, culto, progresista, con el que se pudiera conversar, si contáramos con una embajada técnica e ideológicamente consciente que pudiera interpelar inteligentemente a la clase gobernante francesa.
Es ahora o nunca, y hay suficientes monarquías para que embajadores y embajadoras que hoy disfrutan las vacaciones pagas más caras del país (unos dos millones de pesos mensuales) puedan ser trasladados a países donde predominan los sombreros y las grandes recepciones, mientras el personal profesionalmente calificado languidece en puestos donde el país no puede aprovechar sus capacidades técnicas o talentos para la negociación.
Lo otro es jugar con fuego, ya que el agua escasea, y abunda el calor, y con ellos la irritación por la competencia por los trabajos y servicios del Estado en una población paupérrima, usualmente manipulada por un nacionalismo de pacotilla.

El Nacional

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