En toda la región y aún en los países desarrollados, los partidos políticos están llamados a un cambio radical en sus prácticas, en un contexto de baja credibilidad y desconfianza de la ciudadanía hacia ellos. En nuestro país, no hay una sola organización política que pueda abstraerse del poco aporte en los últimos años a la democracia limpia que se merece el pueblo dominicano.
Una de las angustias agregadas al pueblo así representado, es la congregación de una militancia oportunista, de ambiciones personales que llega a conformar un funcionariado fijo e inamovible, marcado por el nepotismo, intrascendente para el pueblo pero de un avance personal corrupto, responsable de fortunas injustificables y muchas veces incalculables.
Las situaciones presentadas en los diferentes partidos del país, acusaciones, muchas veces demostradas y nunca sancionadas, rumores públicos gritados, transfuguismo y un gran etcétera, han ido creando en la ciudadanía una peligrosa resistencia al sistema de partidos, cada vez más en descrédito.
En este marco, se reconocen a ciertas personas políticas que son auténticas y se manejan con un comportamiento lo más ético posible dentro de este desbarajuste de corrupción que tanto cuesta al pueblo, personas que hacen su trabajo de cara y como mejor les permite un sistema político pérfido como el que tenemos.
Y reconocemos a Francisco Domínguez Brito como una de esas personas, capaz de mantener ideales democráticos ulteriores, desde su práctica política, como funcionario y en su vida. Francisco fue siempre igual, esencialmente una buena persona, convencido además, de que trabaja por y para la ciudadanía y sirviendo para ese fin. Viene de un hogar de clase media muy querido en Santiago, de gente trabajadora y participativa en esta comunidad desde antes de nacer Francisco, que desde pequeño, conoce de la entrega cristiana sincera de su madre y el resto de su familia. Ahí no hay misterios ni tapujos: Francisco fue siempre transparente para Santiago y para quienes lo conocemos desde niño.
Que algunas personas del Congreso soliciten la renuncia de Domínguez Brito, a quien acusan de proselitismo y exageración en solicitar prisión contra el senador de San Juan de la Maguana, mueve a suspicacia por los compromisos con los negocios de la política y la vida de esas personas. Como también da reticencia que abogados de narcotraficantes y de corruptos, se unan a la petición.
En fin, los partidos, desgraciadamente desacreditados y hacia la impopularidad, deberían hacer su propio limpieza y despegarse de aquellas personas que desacreditan sus propios ideales, reafirmando a quienes aún mantienen las prácticas decentes.
¡El Procurador General de la República, tiene las pruebas necesarias para hacer lo que tiene que hacer, en la justicia!