Opinión

Fundación de Cardiología

Fundación de Cardiología

En acontecimiento pletórico de emociones, realidades, cátedras luminosas y humanismo, celebrado en uno de los salones del Club Naco, ofreció una interesante y veraz rendición de cuentas la destacada ´´ Fundación Dominicana de Cardiología y Asistencia Médica (Fundacam), presidida con esfuerzo y consagración por el brillante científico de incuestionable moralidad, doctor Tirso Antonio Roa Castillo.

Personalidades de  prestigio, héroes de esta rama, concurrieron al acto. Citamos a los doctores Héctor Mateo y Rafael Pichardo, quienes fueron profesores de Roa castillo, Claudio Almonte y el epidemiólogo Garis Arbaje. También, el licenciado Juan Valdez, el licenciado Erasmo Ventura, director de las ONG; el licenciado Mario De Oleo Rodríguez, la encantadora licenciada Vianca Cabrera, representante del ingeniero Ángel Paredes, director del Centro de Fomento y Promoción de las Asociaciones  sin Fines de Lucro (ASFL) y viceministro de Planificación.

 A las 10 de la mañana del miércoles 16, el talentoso joven doctor Armando Roa, anunció la llegada al pódium de Roa Castillo y luego una bella flor  hecha mujer, señorita Ana Elías Sánchez, entrega a los medios informativos, la declaración de prensa.

Las breves horas y minutos parecían décimas de segundo ante el interés de los invitados en conocer los operativos médicos. La exhibición de esta obra realizada magistralmente a través de pantallas por el experto profesional David Ferrera y acompañantes, en exámenes a miles y miles de mujeres, hombres, niños, adultos y ancianos, efectuado en diferente lugares del país.

La fundación fue constituida en  1990, y hoy se puede decir que el doctor Roa Castillo es un ícono, benemérito de la prevención médica y cardiología, servicios que necesitan los pobres y los marginados. Nacido para servir, conoce bien las frases del gran José Ortega y Gasset, al expresar que, “cada cosa que existe, es una virtuosidad que ha de ser amada para hacerse fecunda”.

Este  batallador por el bien y la salud, es prototipo de la filantropía. Entre otras virtudes, tiene especial maestría en saber tratar a los demás.

Ya en la culminación de la rendición de cuentas, Roa Castillo llamó al personal que le acompaña  en su ayuda al prójimo, y con efusivas palabras y motivaciones, ofreció una grata sorpresa a quien esto escribe, entregándole un hermoso y grandioso galardón, destacando su luchas por los derechos fundamentales, honradez y solidaridad.

Desde la mesa principal, envuelto en lágrimas, invadido por la emoción, acepté, y ofrezco perenne gratitud al doctor Roa Castillo y a la fundación, señalando que el doctor Héctor Mateo fue el cardiólogo de mi madre, profesora Mercedes María Nina, por 25 años. Digo además que mis amigos  Juan Valdez y Jorge Calderón, casi al borde de la muerte, me llevaron al consultorio del doctor Roa Castillo, quien me diagnosticó la enfermedad cardiológica y otras. Dije y repito que, gracias a Dios y al doctor Roa Castillo, me encuentro respirando, recordando a los facultativos que gentilmente me trataron.

El Nacional

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