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FUTBOL SOLO FUTBOL

FUTBOL SOLO FUTBOL

Jorge Rolando Bauger

El mundo del fútbol sigue ‘gol–balizado’

La Copa Confederación recién terminada confirma lo multicolor y multirracial que es este deporte

Al proceso económico, político, social
y cultural que aceleró la transculturación y estimuló la sobrevaloración de lo material sobre lo moral, se le conoce como globalización.

Interpretamos que el término más apropiado para definir al mismo es el de mundialización, pero, en este sentido, la opinión de un entrenador de fútbol no es relevante
Ese proceso se aceleró al terminar la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética fue disuelta para dar paso a un mundo sin fronteras geográficas y socio culturales.

Sin proponérselo, el fenómeno de la ‘mundialización’ entiéndase ‘globalización’, benefició a todos los estamentos del fútbol.

Antes del mismo, era poco común que entrenadores extranjeros dirigieran selecciones nacionales mientras que hoy en día, eso no sorprende a nadie.

En la Copa Confederaciones que acaba de finalizar, la mitad de las selecciones fueron dirigidas por entrenadores extranjeros. El colombiano Juan Carlos Osorio a Mexico, el argentino Juan Antonio Pizzi a Chile, en tanto que el belga Hugo Bross dirigió a Camerún y el inglés Anthony Hudson
a Nueva Zelanda.

Algo similar ocurría con los futbolistas de otras nacionalidades y de orígenes lejanos que defendían los colores de la selección nacional del país que les había adoptado y desarrollado sus habilidades.
La selección francesa, campeona del Mundo en 1998 fue, según Jack Chirac, una representación multirracial y ganadora, definición que contrastó con el concepto de la pureza de la raza que defendía el ultra derechista Jean Marie Le Pen.

En esa selección francesa que ganó la Copa Mundial de 1998, sólo ocho de los veintidós jugadores que la conformaban eran hijos de padres y madres franceses. Los demás nacieron en otro país o son hijos de inmigrantes.

Zinadine Zidane es hijo de argelinos, Marcel Desailly nacido en Ghana y fue nacionalizado. David Trezeguet nació en Rouen (Normandía) pero, sus padres son argentinos y David se crió y vivió en Argentina hasta los 17 años.

Lilian Thuranes, de Guadalupe y Thierry Henry, hijo de padre guadalupense y madre martiniquesa, mientras que Patrick Vieira nació en Dakar (Senegal) y Bixente Lizarazu en el país vasco español. El origen más exótico de esta multicolor y multirracial selección campeona del mundo es el de excéntrico Christian Karembu, nacido en Nueva Caledonia (Oceanía).

Diecinueve años después, el fútbol volvió a demostrar cuan gol-balizado, o mejor dicho, cuan mundializado está nuestro querido deporte.

La selección alemana que acaba de ganar la Copa Confederaciones en Rusia estuvo conformada por un verdadero crisol de razas y orígenes diferentes que, con gallardía y profesionalidad defendieron los colores de la otrora llamada ‘raza aria’.

Esta selección, para muchos alternativa, tiene un valor en el mercado futbolístico superior a los 350 millones de dólares (casi que el doble del valor de la selección chilena) y cuenta con jugadores de orígenes muy disímiles.

El sólido defensor Antonio Ruediger, que juega en la Roma de Italia, nació en Berlín pero, sus padres son de Sierra Leona, mientras que Karem Demirbay, al igual que Emre Can, son de origen turco.

Los padres de ShkodranMustafi nacieron en Albania, en tanto que los de Amin Younes en el Líbano.
Definitivamente, el mundo entero, por medio del fenómeno de la mundialización, se ha ‘gol-balizado’ y, para muestra, los botones mencionados.

El Nacional

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