¿Qué Pasa?

GENERALIDADES

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Bachateros
      Aunque la bachata está hoy en día más pegada que nunca, no podemos dejar de admitir que en la década de los años 70 hubo un gran destape de este género, en la voz y en el talento de figuras que serán recordadas por siempre.

Más pegados

      Al referirnos a una de las primeras épocas de esplendor de la música del amargue, debemos mencionar obligatoriamente a José Manuel Calderón; al añoñaíto, Luis Segura; a Inocencio Cruz, a Rafael Encarnación, a Ramón Pérez, a Mélida Rodríguez, La Sufrida; a Miguelito Cuevas, a Oscar Olmos y a Fabio El Policía, entre otros.

      Recuerdo algunas de las bachatas que sonaron insistentemente, como por ejemplo, Llanto de Luna, de José Manuel Calderón; la Pena, del Añoñaíto; El licor no mata, la pena sí mata a uno, de Joaquincito; Dos rosas, de Fabio El Policía; Amorcito de mi alma, de Inocencio Cruz; Ven, de Ramón Pérez; Penas de hombres, de Rafael Encarnación, y otros más que pegaron temas hasta su desaparición física.

Locutores bachateros

      Si hablamos de bachateros y de temas que hicieron historia, por supuesto que debemos hacer mención de los hombres que se encargaban, detrás del micrófono, de ilustrar las características y los éxitos de los más sonados de la época.

      En este capítulo, destacan Radhamés Aracena, en Radio Guarachita, y Charlie Charlie, en La Voz del Trópico.

      En aquellos tiempos en los que pululaban las velloneras como monedas de a chele, los bachateros, sus apodos, temas y locutores que los promovían, formaban el equipo de protagonistas de la música del amargue.

      Tal vez no tanto como ahora, pero ¡qué buenos tiempos los de la bachata!

Drogas

     El final de la historia es la misma para las personas que se convierten en adictos de las drogas.

     En los artistas, la consecuencia de esa fatal decisión, es doble, porque además de afectar su vida personal, también alcanza para destruir su imagen pública y su trayectoria profesional.

     Es hartamente conocido el daño que provocan los estupefacientes en el organismo. Como secuela de estos estragos, los adictos se convierten en guiñapos humanos, en desperfectos vivientes que andan por la vida sin rumbo y sin ideales.

     No hay razonamientos válidos ni consejos que valgan para quienes se han desviado del camino.

     No hay casos que sirvan de ejemplos para las personas que están hundiéndose en el abismo de la perdición.

     Sólo cuando tienen muy poca o ninguna alternativa de recuperar el terreno perdido, es cuando piden socorro y parecen estar arrepentidos de sus errores.

     Pero en la mayoría de los casos, lamentablemente, es demasiado tarde.

deferentetmartinez@hotmail.com

El Nacional

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