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Gigantes Celebran tercer título en 5 años

Gigantes  Celebran tercer título en 5 años

 

KANSAS CITY. Siempre es un poco extraño cuando un equipo visitante gana la Serie Mundial. Las gradas están muy tranquilas, pero lo que está pasando en el campo es puro caos -jugadores apilándose unos sobre otros, abrazos, gritos, celebración, mientras 40,000 aficionados observan en relativo silencio.

Fue la escena en el Kauffman Stadium anoche. Pablo Sandoval atrapó el último out -un elevado por Salvador Pérez- en territorio foul y se tiró de espaldas en puro éxtasis, mientras sus compañeros corrieron al terreno para celebrar la victoria por 3-2 en el Juego 7.

Pero la verdadera fiesta se llevó a cabo en el interior de la casa club. Siguiendo el ejemplo de Hunter Pence, quien instruyó a sus compañeros de equipo a “cargar”, los jugadores de los Gigantes hicieron estallar los corchos, sacudieron sus botellas y dejaron salir el líquido.

Los Gigantes, obviamente, han hecho esto antes. Y mientras la celebración de un campeonato de Serie Mundial nunca envejece, la forma en que un equipo lo hace puede variar ligeramente de un equipo a otro, dependiendo de la experiencia. Los Gigantes, igual que en su victoria en ’12, prefirieron empezar la fiesta en el centro de la habitación. Se reunieron como un grupo de rugby, sacudieron las botellas en sus manos, y, de un sólo golpe, las dejaron explotar todas a la vez.

“¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!” cantaban, repitiendo el grito inspirador de Pence, grito que los condujo en octubre.

¿Después de esto? Sólo un montón de bailes, abrazos, gritos y rociadera.

“Ir los siete juegos y salir como los campeones, eso es un sueño hecho realidad,” dijo Michael Morse. “Nunca olvidaré el día de hoy”.

La mayoría de los jugadores llevaban grandes gafas de color naranja con adornos como protección durante la celebración. Morse, sin embargo, decidió ir a lo natural, dejando que las burbujas y la cerveza corrieran por su cara mientras él -literalmente- empapaba todo.

“Quiero sentir eso”, dijo. “Quiero experimentar cada pedacito de esto. Esto es exactamente lo que pensé que sería. Este es el mejor grupo de chicos con el que he jugado, un grupo de chicos que creyeron en cada uno de los otros, y el resultado fue una victoria en la Serie Mundial”.

Después de unos 15 minutos de esto, el manager Bruce Bochy caminó a través de la casa club -lento de pies y deliberadamente, tal como se esperaba del corpulento dirigente-agarrando firmemente el trofeo de la Serie Mundial. La música fue bajada, y los jugadores se reunieron alrededor mientras Bochy levantaba el trofeo en el aire.

Lo que sucedió después no es ninguna gran sorpresa -los jugadores rociaron el trofeo con champán y reanudaron los gritos mientras su dirigente hacía girar el trofeo en el aire.

“Sabemos lo difícil que es llegar aquí y ganar una vez”, dijo Bochy. “Conseguir tres en cinco años, lo que realmente hace es asombrarme. Estos chicos me asombran. Este grupo de guerreros. El camino que tuvieron que bajar este año para llegar allí lo hace aún mucho más especial”.

El Nacional

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