Opinión

Ginecología Actualizada

Ginecología Actualizada

¿Se irán igual que Pinochet quienes me robaron los sueños?

Mientras subía las escaleras, un fuerte dolor se le instaló en el pecho. Una mezcla de angustia, desesperanza y nostalgia la invadió. Hace unos 20 años había subido estas mismas escaleras, y la imagen de aquel momento llegó a su memoria.

Cuando estudiaba medicina en INTEC y realizaba la pasantía en Cambita Garabito, en ocasiones tomaba un papel para escribir lo que no podía expresar pronunciando palabras, lo que de una u otra forma le era imposible entender.  Algunos de estos escritos fueron publicados por el periódico de la universidad

Al entrar al departamento de salud, Cristina, la secretaria, quien es más que una amiga para  los y las estudiantes de aquella época, hace un aparte y le dice: “Lilliam, te llegó una comunicación de la rectoría, pasa esta tarde por allá”.

En ese momento se sintió como una niña, “¿qué diablos hice?, volví a tener 5 años y a robarme la muñeca de mi hermana, joder”.  En su cabeza pasaron todas las escenas de posibles comportamientos inadecuados, quizás por preguntar demasiado al director del subcentro, o por enseñarle cosas que no están en los libros de texto a las mujeres, o por romper algunos esquemas de una doctora pueblerina.  En fin, tomó una respiración profunda, levantó el pecho, recordó la mirada de su madre y subió las escaleras.

Aquellas escaleras de caoba, bien pulida, brillaban demasiado para una adolescente que vivía en un pueblo pobre, muerto, apático, que encima de lo mal que le pagaban el café a su gente,  le estaban robando las piedras de los ríos.  Por ironías de la vida,  el río se llamaba Mucha Agua. Ese río hoy no existe, se lo robó un funcionario de aquel entonces con sus camiones, nos hurtó el agua a todos y a todas, nos arrebató los sueños.

Al subir las escaleras, se encontró con una puerta impresionante, majestuosa,  le daba miedo abrirla, era mejor observarla, ella misma era ya una obra de arte. Al anunciarle que debía pasar hablar con el rector, a ella se le metió un frío en el estómago, no valieron padrenuestros,  se estaba cagando de miedo.

El rector la esperaba en una sala sencilla, era un hombre delgado de pelo blanco, llevaba  una chacabana como acostumbraba a usar su papá, razón por la cual, al verlo, se sintió cómoda. Contó su experiencia en Cambita y él la maravilló con su discurso social. Se despidió del rector, pero antes había hecho un contrato, el de no cercenar su sensibilidad humana, su solidaridad con los y las pobres

Salió de la oficina radiante, su aura deslumbraba, sus ojos brillaban.  Tenía ganas de decirle al mundo que vale la pena luchar.  Cambita, no te canses.  Quería cantar, quería bailar, quería vivir.  Bajó las escaleras con la mochila repleta de ilusiones y el tanque lleno de sueños.

Hoy, cuando por azares del destino tiene que subir de nuevo esas mismas escaleras, que continúan siendo hermosas y brillantes, sus sueños no se han cumplido, el tanque ha ido vaciándose.  Los y las jóvenes con deseos de luchar han emigrado, y  Cambita no tiene agua ni ríos……..

El Nacional

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