Opinión

Ginecologia Actualizada

Ginecologia Actualizada

Con todo el respeto, hoy cedo mi trinchera, a la historia de que nadie quiere contar

Vianco Martínez

Las autoridades de salud dicen que el brote de diarrea que afecta las comunidades de la zona montañosa de Padre Las Casas está controlado, pero ayer un hombre solo, llamado Leónides Soto, atravesó la cordillera Central y cruzó dos ríos con su hijo de cinco años en brazos, para llevarlo al hospital de Padre Las Casas a salvarle la vida. Ese trayecto tiene unos quince kilómetros. El los caminó todos, a pie y con el hijo en brazos. Él  niño iba desmayado, deshidratado, unas seis horas caminando, de once de la noche a cinco de la mañana. La noche de los tiempos tiene el signo de las soledades, pero ayer él era la soledad de los caminos. Él pensaba que se le iba a morir en los brazos, y lo abrazaba fuerte para que no se le fuera. El niño no sabía nada porque estaba desmayado, deshidratado. Pero Leónides si sabía, y por eso iba llorando por todo el camino.

Mientras bajaba y lloraba, el niño, que lleva su mismo nombre, iba expulsando todo el líquido del cuerpo, defecaba sin control y vomitaba, y ambos terminaron bañados en materia fecal y vómitos de pies a cabeza. Y él lo abrazaba con amor, lo abrazaba fuerte para que no se le fuera. Nunca dejó de abrazarlo. Cuando llegó a Padre Las Casas y entró al hospital municipal, llorando y desesperado, todo el mundo se puso a llorar ante el sacrificio de este hombre que hizo un viacrucis de seis horas para salvar la vida de su hijo.

La demora del personal de salud y el intento de las autoridades de minimizar el brote fue fatal porque el brote se expandió sin control y cobró nuevos casos rápidamente, en especial en la comunidad de Botoncillo. En la semana epidemiológica que va del 21 al 29 de septiembre el hospital de Padre Las Casas había atendido, mal contadas, a 75 personas afectadas con el brote de diarrea de zona montañosa, 47 adultos y 28 niños. Pero el viernes 30 llegaron algunos más.

Hasta el día de hoy el brote de diarrea en la cordillera Central está fuera de control. Si las autoridades minimizaron el brote y le restaron importancia con el objetivo de impedir el pánico y crear una percepción de normalidad, no lo han logrado. La palabra que puede definir la situación al día de hoy es, precisamente, pánico, que es como un sentimiento de desesperación ante lo inevitable, que tiene a la gente paralizada, a la espera de la próxima víctima. A más de una semana del inicio del brote de diarrea, los moradores de la montaña han quedado con el sabor amargo que deja el descuido y con la sensación de que su dolor no le duele a nadie. Por suerte que el brote de diarrea, según las autoridades, desde el primer día está “bajo control”. ¡Por suerte!

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