Opinión

Ginecologia actualizada

Ginecologia actualizada

La lactancia materna ha garantizado la supervivencia de la especie humana física y psíquicamente. Es un fluido vivo y cambiante que se adapta a los requerimientos nutricionales e inmunológicos del bebé.  La hembra de cada especie produce una leche diferente, sin embargo, en todos los mamíferos se produce el mismo fenómeno: apego y desarrollo psíquico.

Después de pasar alrededor de nueve meses en un nirvana, lugar cómodo, tranquilo, flotando dentro de este líquido amniótico, sin tener que realizar ningún esfuerzo, el bebé atraviesa  el estrecho y oscuro canal vaginal; entra al mundo del crecimiento, de la experimentación, de lo desconocido, a  la vida humana.

Huesos, piel, sentidos en general, se ponen alerta ante un mundo agresivo que hiere sus pequeños ojos con una fuerte luz, sonidos estridentes de instrumentos clínicos, voces de enfermeras y médicos que gritan: “puja, puja”.

El primer contacto es ese apreciado lecho familiar que es el pecho de la madre, buscando escuchar ese latido del corazón, la respiración, la voz que le trae de nuevo vivencias del vientre materno.     

 El modo en que la madre se relacione con el recién nacido durante la lactancia determinará la pauta de apego que desarrollará el bebé. Es la zapata de seguridad construida por las múltiples circunstancias en las que un niño y niña puede recurrir a sus  madres y padres en busca de apoyo y cuidado, de modo accesible, frente a circunstancias adversas.

Esta experiencia previa favorece la exploración del entorno, permitiendo el desarrollo del juego, el contacto con los pares y las actividades sociales, sin presentarse la necesidad de proximidad continua, es decir sin demandar estar continuamente al lado de la madre o cuidador.

En ocasiones al negar la teta al bebé se puede desarrollar una pauta de apego ansioso-resistente, como ambivalente, frente a la cual el bebé se encuentra inseguro por la ambigüedad del vínculo con el progenitor, quien en ocasiones se encuentra accesible y colaborador y en otras distante.

Los bebés no lactados, a menudo, demandan más afecto e incrementan la expresión de malestar en un intento de aumentar la respuesta del cuidador.

Estos pequeños prefieren jugar y explorar cerca del cuidador y, resultan altamente perturbados por la separación, mostrando gran dificultad para reponerse (lloran o molestan), no bastando la presencia del cuidador para calmarlos y persiste durante bastante tiempo la ansiedad y la rabia.

Los beneficios de la lactancia materna son inmensurables y para toda la vida del binomio madre-hijo. Es inadmisible que sean los seres humanos los únicos mamíferos que les niegan la mama a su cría.

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